Antonio Garamendi, presidente CEOE.

Antonio Garamendi (Guecho, 1958) no le convencen las recetas gubernamentales contra la inflación, y mucho menos la propuesta de subir salarios a la par que la espiral inflacionista. El presidente de la CEOE niega haberse levantado de la mesa de negociación y asegura que por su parte no va a haber ningún aspaviento ni portazo a los sindicatos. Las empresas son la solución, repite como un mantra, no el problema.

Debate salarial. ¿Se acabarán encontrando a mitad de camino con los sindicatos?

-Está habiendo mucha demagogia con este tema. Lo que realmente tiene rango de norma son los convenios colectivos. En España hay 4.500 convenios colectivos y la negociación está funcionando. En el pacto de rentas sería fundamental que el principal partido de la oposición participara porque esto no es un tema de un año ni de seis meses. Y también hay un montón de elementos que tendrían que estar encima de la mesa y que el Gobierno ya ha decidido tratar por su cuenta. Nosotros no hemos dicho que no se pueda subir salarios, pero no podemos firmar la cláusula de indexación de salarios al IPC, porque el Banco de España y los organismos internacionales ya han avisado de que eso llevaría a una inflación de segunda ronda.

¿El quid de la cuestión va a ser si ha habido rentabilidad empresarial?

-Va por barrios. Un sector puede ir bien y otro no, pero todos sabemos que vienen curvas. Se está repitiendo mucho que los empresarios se están forrando y no es verdad. El año pasado hubo 100.000 millones de euros menos en beneficios y este año tendremos 7.000 u 8.000 millones menos. Solo hay que ver cómo les ha subido la energía, y en ningún caso pueden estar trasladando ese coste a sus precios finales. En el Estado hay una cosa que se llema déficit pero en las empresas eso se llama quiebra. Se está haciendo mucho juego político. Y no es cierto que nos hayamos levantado de la mesa, seguimos hablando.

Pero ha habido empresas que sí han repercutido el encarecimiento de los costes a los precios. ¿No es lógico que los salarios experimenten un proceso análogo?

-Aquí hay que hablar de productividad y competitividad. El turismo en Balears ha sufrido mucho en los últimos dos años. Parece que aquí nos olvidamos de que hay mucha gente, especialmente los pequeños empresarios, que están saliendo de una crisis para entrar en otra.

La gente no entiende que en una comunidad a la que se tilda de lomocotora económica se pierda cada vez más poder adquisitivo. ¿No va eso en detrimento del consumo y por tanto del interés empresarial?

-Competitividad y productividad. Y hay que ver cada zona. En el caso balear, la propia economía también tiene sus momentos de temporada baja. Esto no consiste en ver qué ha pasado este verano, sino en lo que ha pasado hasta ahora, con dos años horribles más una situación a corto plazo que en principio no va a ser buena. Nadie está diciendo que no suban los salarios, pero lo que no se puede es subirlos si no los revisamos en función de la competitividad de las empresas.

No aplaude la gestión que está haciendo el Gobierno de la inflación.

-Tengamos presente que uno de los grandes responsables de la inflación es el propio Estado: se está beneficiando de más de 25.000 millones de euros más en recaudación que el año pasado. Parte del problema es que el Estado está gestionando la inflación en el sentido contrario a lo que habría que hacer.

El CES ha alertado de que si no hay un reparto más igualitario de la riqueza en Balears caminamos hacia un modelo económico no ya injusto, sino ineficiente.

-No estoy de acuerdo. El planteamiento equitativo se hace a través de los impuestos. He hablado de cómo el Estado se está aprovechando de la inflación: si el Gobierno deflactara la tarifa de IRPF al igual que otros países como Alemania o Francia esa sería la mejor vía para luego poder gestionar la pérdida de poder adquisitivo, llegaría a todos los hogares: si una persona tiene más capacidad de compra su salario no tendrá que subir con la inflación. Si el Gobierno no hiciera y deshiciera a su antojo tendríamos más margen para hablar de los salarios, pero está poniendo muchos costes encima de la mesa sin consultar, montones de trabas que son las que precisamente evitan que las empresas puedan tener más liquidez para poder jugar ese partido.

Esta temporada hemos tenido 35.000 parados en los mejores meses mientras las empresas se quejaban de no encontrar mano de obra cualificada. O el perfil no se adapta a las necesidades empresariales o la gente no acepta las condiciones que se les ofrece.

-La propia OCDE ha emitido un informe diciendo que en España el 33 % de las personas de entre 28 y 35 años no tiene ninguna formación. Eso es un problema. Aquí hay un problema real de formación, de aptitud. En España hay sectores como la hostelería en los que faltan 100.000 personas. Y también falta gente de alto rango: 25.000 ingenieros de ciberseguridad, más de 100.000 técnicos de digitalización...

Marruecos, Rumanía o Colombia están entre los mayores exportadores de mano de obra en Balears. ¿Son trabajadores más cualificados o simplemente cubren una oferta que el local rechaza por las condiciones laborales?

-Me consta que hay empresas que están montando escuelas en Marruecos para que vengan trabajadores. Eso también es un problema de actitud con c, no con p. Estamos compitiendo en un mundo global e incluso siendo Europa somos muy pequeños. Esto trasciende lo que pasa en Balears o en España: vemos que hay muchos casos en que está viniendo gente de fuera porque, por el motivo que sea, hay una serie de profesiones en las que los europeos no quieren trabajar.

Usted es un empresario que ha diversificado su actividad. ¿Ve factible la diversificación del modelo económico balear ?

-Los empresarios baleares que conozco son un ejemplo. Es un lujo tener tantas empresas familiares multinacionales. Por eso hay que cuidar muy especialmente a estos empresarios y todo lo que significa el efecto tractor que supone tener multinacionales en las Islas. Hay gente muy preparada para seguir montando empresas pero para eso necesitan apoyo institucional y ahora lo que hay es un ataque al empresariado, que se ve como el problema cuando es la solución.

¿Qué opina de la bajada del 40% en inversiones turísticas en los presupuestos generales?

-El sector turístico es una parte fundamental del PIB. Los demás países nos envidian por cómo se han hecho en este país las cosas. La mayoría de alemanes que hacen Erasmus quieren venir a España y ese es un activo impresionante. Hay que ser conscientes del valor del país en el que vivimos.

¿El tejido empresarial salió fortalecido -o por lo menos modernizado- de la pandemia?

-Ha habido cosas en las que hemos avanzado en toda Europa. Digitalización, teletrabajo... Hemos avanzado seis o siete años en unos pocos meses, pero hoy por hoy las empresas no están recuperadas y a la altura de los niveles de antes, especialmente las pymes.

Considera el impuesto a las grandes fortunas otro error del Gobierno central.

-Es que impuesto a las rentas altas ya lo hay. Hay unas normas fiscales y no es menor lo que ya pagan las rentas altas, pero es un error no pensar que esas rentas altas tienen capacidad de inversión, es lo que crea empresas y riqueza. Es absurdo que haya impuestos confiscatorios porque son gravámenes al patrimonio que ya se han cobrado y es el único país donde se quiere imponer. Hay otras soluciones. Por ejemplo, la gente que no paga: tenemos el doble de economía sumergida en España que en Europa.

El apunte

«El crecimiento de España en 2023 va a ser menor de lo que ha previsto el Gobierno»

La nebulosa que se cierne sobre 2023 es demasiado densa para que el presidente de la CEOE se atreva con pronósticos que vayan más allá de las «curvas» que anuncia para principios de año. Pese a todo, «que nadie dude de las empresas españolas, modernas y competitivas». Dicho eso, apunta que «el crecimiento de España no es el que el Gobierno ha previsto según indican nuestros propios datos: hablamos de 1,3 puntos menos de lo que se está diciendo y de un déficit de un 4,5 %. Superaremos esta crisis pero hay que gestionar con criterio y sin populismos».