Archivo - Sala de la Audiencia Provincial de Madrid | Alejandro Martínez Vélez - Europa Press - Archivo

El parricida de Collado Villalba, el hombre que mató a su padre el 17 de mayo de 2020 por negarle a hablar con su madre por teléfono, sufrió la noche del crimen un brote psicótico, en cuyo transcurso asesinó a su padre, mutiló su cuerpo y llenó de sangre las paredes de la vivienda.

El juicio se celebra en la Audiencia Provincial de Madrid por jurado popular, cuyos miembros tendrán que determinar las circunstancias en las que se produjo el brutal crimen y el grado de responsabilidad del acusado, de origen argentino y con 43 años en el momento de los hechos.

El asesinato se produjo sobre las 23.45 horas en la calle Camino de la Fonda número 11, en la urbanización La Balconada de Collado Villalba. Tras el crimen, Martín G. mutiló el cuerpo de su padre y le cortó las orejas y las manos. Con las manos ensangrentadas, pintó una figura geométrica en un cuadro del salón.

La madre del acusado sostiene que su hijo no recibió entonces el tratamiento intravenoso que recibía cada tres meses por la esquizofrenia que asegura que sufre. Al parecer, llamó varias veces al centro de salud pero no le dieron cita presencial por las restricciones que había en aquella época por la pandemia.

En su declaración, el asesino ha relatado la vida que lleva en la cárcel de Soto del Real, donde trabaja y le pinchan un medicamento psiquiátrico cada tres meses. Tras ello, la fiscal le ha preguntado «si mató a su padre», a lo que le ha respondido que «sí».

Esa noche había acudido al domicilio de sus padres para pasar la noche, pero tuvo una discusión y su madre le pidió que se marchara. Fue la progenitora la que abandonó la vivienda. «No tenía bien la cabeza porque tenía voces en la cabeza externas. No era la primera vez», ha narrado.

En cuanto a los hechos, el procesado ha relatado que le dio a su padre, de 83 años, con un mando de televisión en la cabeza y le clavó «un par de veces» una navaja en el estómago tras una discusión por un móvil. Metió su ropa en la lavadora.

«Tengo lagunas de lo que pasó», ha reconocido al ser preguntado sobre qué hizo con el cuerpo de su padre. Sí recuerda que usó un hacha y unas tijeras de podar.

Según su relato, estuvo ingresado años antes en la cárcel de Marruecos por drogas, época en la que ya sufría problemas mentales y en la que fue ayudado por su hermano. Fue condenado también por maltrato psíquico a su exmujer. Durante su matrimonio, tuvo varios ingresos psiquiátricos.

Cuando sucedieron los hechos, consumía drogas y dejó de recibir la medicación. «Con el Covid, me dejaron de pinchar y en el centro de salud me dijeron que estaban en cuarentena», ha contado.

Eximente incompleta

La acusación particular, que representa al hermano, se opone a que se le aplique una eximente completa al considerar que el acusado sabía lo que hacía al limpiar la escena del crimen con lejía e incomunicar al padre las horas previas al asesinato.

La Guardia Civil le pilló en el momento en el que estaba descuartizando a su progenitor tras alertar la madre de que no podía contactar con su marido.

El acusado fue diagnosticado de trastorno psicótico de etiología tóxica, síndrome de dependencia a cocaína y síndrome de dependencia a cannabinoides.

El abogado Jaime Sanz de Bremond, que defiende al hermano, ha expuesto en sus alegaciones previas que el parricida tenía las capacidades alteradas pero no anuladas. Solicita 15 años de cárcel por un delito de asesinato, con la agravante de parestesco y una eximente incompleta para que ingrese después en un psiquiátrico.

Frente a ello, el abogado defensor reclama que su cliente entre en una cárcel psiquiátrico por el trastorno mental que sufre al escuchar voces desde hace años. En un brote llegó incluso a cortarse el bazo al pensar que tenía un chip insertado en el cuerpo.

La fiscal solicita nueve años y cinco meses de cárcel y que ingrese durante veinte años en un penitenciaria psiquiátrico al concurrir una eximente incompleta al tener las facultades trastornadas pero de forma moderada a la vista de los informes periciales.

Hechos juzgados

Fue la madre quién avisó a la Guardia Civil de que su hijo Martín no le dejaba entrar en su casa, temiendo que algo podía haberle pasado a su marido.

Según el fiscal, M. G. G. R. se encontraba en el domicilio de sus progenitores situado en Collado Villalba acompañado tan solo de su padre en la vivienda, ya que su madre había abandonado la misma una hora antes para ir a dormir a casa de otro de sus hijos «asustada porque le notaba muy nervioso».

En ese preciso instante se inició una discusión entre el padre con el acusado después de que éste hubiera recibido una llamada de teléfono de su mujer y no haber querido pasársela a su hijo. Fue entonces cuando el acusado, «con la intención de acabar con la vida de su progenitor y privándole de toda posibilidad de defensa», el acusado golpeó a su padre tras en la cabeza con el soporte del televisor.

Tras caer al suelo, el asesino comenzó a clavarle una navaja por todo el cuerpo produciéndole multitud de heridas hasta que falleció sobre las 23:50 horas del mismo día. Posteriormente el acusado amputó a su padre ambas manos, la oreja izquierda y mutiló los dedos segundo y quinto de la mano derecha, «ayudándose de unas tijeras de podar, un hacha y un cuchillo».

El acusado se encuentra diagnosticado de trastorno psicótico de etiología tóxica, síndrome de dependencia a cocaína y síndrome de dependencia a cannabinoides y en el momento en que se produjeron los hechos presentaba una alteración psicopatológica grave (el trastorno psicótico de etiología tóxica) con ideación delirante de perjuicio y alucinaciones auditivas que comprometieron de forma muy grave sus capacidades cognoscitivas y volitivas.