Dos personas viendo un producto. | Freepik

Si cuidas tu alimentación, seguro que te interesa saber qué ingredientes lleva el alimento que estás comprando, cuándo caduca, cuántas calorías y azúcar hay en 100 gramos, si ha de conservarse en frío, si contiene algún alérgeno… Todos estos datos los encontramos en el etiquetado de los alimentos envasados. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), «lamentablemente», esta información no siempre llega a su destinatario, el consumidor, por falta de legibilidad.    En una amplia encuesta sobre la lectura de las etiquetas realizada por OCU en 2022, constataron que: el 44% de las personas presta mucha atención a la información del envase cuando compra un alimento por primera vez; el 56% restante apenas se fija en la etiqueta. Y no lo hace porque la letra es demasiado pequeña, dificultad que aumenta con la edad, ya que la sufre el 70% de los mayores de 60 años encuestados; otros motivos destacados son que les lleva demasiado tiempo, les resulta difícil de entender o de encontrar lo que buscan.

La normativa (Reglamento 1169/2011 sobre la información alimentaria facilitada al consumidor) establece que las menciones obligatorias en el etiquetado de los alimentos deben imprimirse de manera que sean claramente legibles. El Reglamento indica el tamaño mínimo de la letra de la información obligatoria: la altura de la letra x debe ser igual o superior a 1,2 mm. En OCU y otras asociaciones de consumidores consideran que este tamaño de letra no es suficiente, y han pedido reiteradamente que sea más grande, de 3 mm como mínimo; de momento no lo han logrado, pero siguen trabajando en ello.

Además del tamaño de la letra, hay otros factores que influyen en la facilidad de lectura: el tipo de letra, el espacio entre letras y líneas, el grosor del trazo, el color de la impresión, el material sobre el que se imprimen los datos, etc.

OCU señala que su reivindicación de que los fabricantes    proporcionen a los consumidores etiquetas completas y detalladas de poco sirve si la etiqueta resulta difícil de leer, si hay que estar dando vueltas al envase buscando la denominación del producto, si se utilizan tantos idiomas que por fuerza la información ha de ir en letra minúscula, si el envoltorio de plástico donde se ha impreso la información tiene brillos o está cortado en mitad de una frase.

En muchas etiquetas, los mensajes comerciales ocupan más espacio, son más visibles y se leen mejor que la información obligatoria. OCU propone cuatro cambios normativos en el etiquetado con la intención de ayudar al consumidor a hacer la compra bien informado:

1. Tamaño de letra más grande. En la actualidad la letra x debe medir 1,2 mm como mínimo. En OCU piden que el tamaño mínimo sea de 3 mm.

2. Denominación en el frontal del envase. La normativa exige que aparezcan en el mismo campo visual la denominación del alimento y la cantidad neta (también el grado alcohólico en el caso de las bebidas con más de un 1,2 % en volumen de alcohol), pero no dice sobre qué superficie. Nosotros pedimos que la denominación figure en el frontal del envase, de manera que en un primer vistazo sepamos exactamente qué estamos comprando.

3. Porcentaje del ingrediente destacado en el frontal del envase. Si un producto se anuncia ‘con aceite de oliva’ o cualquier ingrediente de valor, piden que en la misma frase y con el mismo tamaño de letra nos detallen el    porcentaje exacto.

4. Definición de «natural», «casero» y «artesanal». Otra reivindicación es que la normativa recoja el significado exacto de estas palabras para saber qué aportan al alimento.

¿Qué tiene de especial un pan natural 100%? No lo sabemos: a los consumidores les suena bien, pero nada más.