Cómo combaten el 'jet lag' los pilotos de aviones y qué podemos aprender de ellos para el próximo viaje largo

Los desajustes horarios en el sueño provocan que estemos más cansados, pero seguir estos trucos puede ayudar a la hora de coger un vuelo de larga duración

Dos aviones en el aire. | ThePixelman/Pixabay

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Viajar a través de varios husos horarios puede parecer una experiencia fascinante -si se piensa como medio para un fin--, pero también conlleva un precio físico que todos, en mayor o menor medida, terminan pagando: el temido ‘jet lag’.

Este trastorno, también conocido como disritmia circadiana, afecta al reloj biológico del cuerpo, que pierde su sincronía con el entorno del nuevo destino: la luz solar, los horarios de sueño y comida o la oscuridad de la noche.

Quienes más sufren esta alteración son los pasajeros de vuelos largos. Sin embargo, los propios pilotos de avión también están expuestos de forma constante a los efectos del "jet lag". Y para seguir operando con precisión y seguridad, han desarrollado estrategias específicas para enfrentarlo.

Dormir no siempre es la solución

Una de las claves para entender el "jet lag" es que no se combate simplemente durmiendo más. El problema no es la cantidad de sueño, sino la desconexión entre el reloj interno del cuerpo y el entorno externo. Por eso, ajustar los ritmos de exposición a la luz, la actividad física y las comidas es fundamental.

Según recoge un artículo publicado en BBC Mundo, las aerolíneas y los propios tripulantes han afinado sus métodos para reducir el impacto del desfase horario. Uno de los pilares fundamentales es controlar cuidadosamente los ciclos de luz y oscuridad, ya que la luz solar tiene un efecto directo sobre el reloj biológico. De hecho, los pilotos reciben formación específica sobre cómo exponerse -o no- a la luz en función del destino, la dirección del vuelo y el tiempo que pasarán allí.

Ejercicio, comida y rutina: la estrategia de un piloto español

Alfonso de Bertodano, comandante de Boeing 787 y psicólogo, tiene claro que la clave para minimizar el jet lag no está en dormir más, sino en mantener la rutina del país de origen siempre que el destino lo permita. En estancias cortas, como suele ocurrir en vuelos a Latinoamérica, evita adaptarse al nuevo huso horario: se acuesta según la hora española y comienza el día siguiendo su reloj interno, aunque eso implique desayunar a las cuatro de la mañana hora local.

Según explicó en una entrevista con National Geographic, Bertodano combina esta estrategia con actividad física, trabajo y horarios regulares de comida para mantener su cuerpo sincronizado. Y cuando los cambios de horario son inevitables, recurre a técnicas de relajación y al contacto social para acelerar la aclimatación.

La importancia de los protocolos y el descanso regulado

En vuelos de largo recorrido, las aerolíneas organizan los turnos de descanso de los pilotos de forma milimétrica. Cada aeroplano de largo radio incorpora zonas de descanso para la tripulación, y los turnos están pensados para garantizar que los pilotos estén completamente operativos en las fases más críticas del vuelo: el despegue y el aterrizaje.

Tal como indica BBC Mundo, también existen estrategias como simular el horario de destino antes del viaje, usar antifaces y tapones para evitar distracciones durante el descanso, e incluso modificar los horarios de las comidas a bordo para que coincidan con los ritmos del lugar de llegada.

Una batalla constante contra el reloj interno

Ajustar el cuerpo a un nuevo huso horario no es inmediato. Algunos estudios indican que el reloj biológico se adapta a razón de una o dos horas por día, lo que significa que para vuelos transoceánicos completos pueden ser necesarios hasta cinco o seis días de reajuste total. Algo que, en el caso de los pilotos, no siempre es posible debido a la frecuencia de los vuelos.

El sentido del vuelo también influye: los viajes hacia el este, que acortan el día, suelen generar más jet lag que los que se dirigen hacia el oeste, ya que el reloj interno humano se adapta mejor a días más largos que a más cortos.

Por eso, más que intentar vencer al jet lag, muchos profesionales optan por minimizarlo o evitarlo directamente, manteniéndose dentro de un margen horario conocido y siguiendo rutinas constantes. Una estrategia que, aunque no apta para todos los viajeros, es esencial para quienes deben estar alerta y tomar decisiones en pleno vuelo.