Hace unos días, entró una mujer a la farmacia para una asesoría sobre menopausia. Mientras me contaba sus síntomas —sofocos, insomnio, hinchazón, cambios de humor—, me fijé en que tenía la piel enrojecida alrededor de la boca y la nariz.
Le pregunté con delicadeza:
—¿Desde cuándo tienes esa rosácea peribucal?
Y ella, sorprendida, respondió:
—¿Cómo lo sabes? Me lo acaban de diagnosticar esta semana…
Entonces le dije algo que quizá nadie le había contado aún:
—Seguro que tu intestino no está del todo bien. Muchas alteraciones de la piel tienen que ver con cómo está tu sistema digestivo por dentro.
Y no exageraba. Porque la piel, el estado de ánimo, el sueño, la inflamación, el cansancio… todo puede tener un origen común: un intestino que lleva tiempo pidiendo ayuda.
Antes que las hormonas, escucha tu barriga
Durante años se nos ha dicho que la menopausia va de estrógenos y ovarios. Y sí, claro que son protagonistas. Pero a menudo, los síntomas más molestos no aparecen de la noche a la mañana. El cuerpo ya venía avisando desde antes, a través de la digestión, la piel, el sueño, incluso el estado emocional.
El problema es que no lo relacionamos con el intestino. Y sin embargo, es ahí donde empieza el desequilibrio.
Tus heces hablan de ti
Sé que hablar de cacas no es lo más elegante. Pero te prometo que es útil. Mucho más de lo que imaginamos. Observar nuestras heces es una herramienta de autoconocimiento increíble. Nos da pistas sobre cómo estamos digiriendo, si hay inflamación, si hay problemas de absorción o si nuestra microbiota está en equilibrio.
¿Vas menos de una vez al día? ¿Demasiadas veces? ¿Flotan, huelen mal o tienen mucosidad? ¿Te sientes hinchada o con gases constantes? Todo eso importa. Es tu cuerpo hablándote.
Si quieres una guía sencilla para orientarte, puedes consultar la Escala de Bristol, una herramienta médica que clasifica las heces del tipo 1 (muy duras) al tipo 7 (muy blandas o líquidas). Puedes verla en google. Lo ideal es estar en el tipo 3 o 4. Si estás muy lejos de ahí, probablemente tu intestino necesite una ayudita.
¿Por qué se desequilibra tu sistema digestivo?
La vida moderna no le sienta bien a nuestro sistema digestivo. Vivimos con prisas, comemos mal, abusamos del café, del azúcar y de los antiinflamatorios. Todo esto daña poco a poco la barrera intestinal, que se vuelve más permeable. Cuando esto ocurre, sustancias que no deberían salir del intestino pasan al cuerpo, generando inflamación, fatiga, problemas de piel, niebla mental y una mayor intensidad en los síntomas de la menopausia.
Una gran parte de la serotonina —la hormona del bienestar— se fabrica en el intestino. También la melatonina, que te ayuda a dormir. Si tu digestión no va bien, probablemente tampoco lo hará tu descanso ni tu estado de ánimo. Y si eso falla, tu cuerpo lleva peor los cambios hormonales, y tú te sientes más agotada, más irritable y más desconectada de ti misma.
La menopausia empieza en el intestino
Afortunadamente, la ciencia ya está poniendo el foco donde toca. Cada vez hay más estudios que confirman que una microbiota sana puede marcar la diferencia en cómo transitas la menopausia. Un intestino en equilibrio ayuda a tener digestiones más ligeras, reduce la inflamación, mejora la piel, facilita el descanso, estabiliza el estado de ánimo y hace que los síntomas hormonales no se desborden.
¿Por dónde empiezo yo a cuidar mi intestino?
No hace falta que lo cambies todo de golpe. Solo empieza por cuidar tu interior con pequeños gestos:
- Observa tus heces. Una vez al día, sin obsesionarte, pero con atención.
- Aumenta la fibra con verduras, frutas enteras, semillas de lino o chía.
- Evita ultraprocesados, azúcar y alcohol en exceso.
- Introduce alimentos fermentados como kéfir, chucrut o yogur natural sin azúcar.
- Cena pronto y despacio, lejos de pantallas.
- Mastica bien. La digestión empieza en la boca.
- Respeta tus horas de descanso. El estrés daña tu intestino más de lo que imaginas.
Y si sientes que sola no puedes o no sabes por dónde empezar, busca acompañamiento profesional.
Escucha lo que te dice tu cuerpo
Querida lectora, no esperes a los sofocos, ni al insomnio, ni a sentirte mal para empezar a cuidarte.
La piel enrojecida, la barriga hinchada, el mal descanso o el cansancio constante no son casualidad. Son mensajes. Señales que vienen de dentro. Y muchas veces, vienen de un intestino que está cansado, inflamado, y que necesita tu atención.
Porque aunque no se vea, ahí empieza todo. Y cuidar de ti desde dentro —aunque no sea lo más visible— puede ser lo que marque la diferencia entre sobrevivir… o sentirte de verdad bien en esta etapa.
Te escribo pronto, con más consejos, para hacer de la menopausia una etapa de renacimiento y no de resignación y ya sabes si me necesitas, escríbeme a hola@mariajulve.com
¡Cuidando de Ti, de dentro hacia fuera!
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