Con la llegada del verano y las altas temperaturas debemos extremar las precauciones para no sucumbir a los efectos negativos de la exposición al calor. Solo en 2022 murieron en España más de 6.000 personas por causas asociadas al exceso de temperatura.
Mientras el mundo entero ya superó la barrera de calentamiento global de 1,5º Celsius en 2024, barrera que, según los científicos, provocaría cambios irreversibles en nuestra atmósfera, los seres humanos no hemos tenido tiempo de adaptarnos a los rápidos cambios de temperatura global inducidos por nuestra propia actividad. Así, combatir el calor y sobrevivir a él se convertirá en el futuro en un tema central en la vida en el planeta.
Es por eso que cada año los profesionales sanitarios confeccionan una guía de cómo actuar frente a un clima caluroso:
Beber agua con frecuencia
El agua es nuestra gran aliada en los días de calor. No se trata de beber grandes cantidades de agua, sino de beberla con frecuencia: si esperamos a tener sed para beberla, es probable que ya estemos deshidratados. Debemos prestar especial atención si notamos síntomas de deshidratación, como por ejemplo sequedad bucal, sed, mareo o cansancio.
Evitar la exposición al sol
La exposición prolongada al sol puede provocar quemaduras solares, que además influyen en la propia capacidad del cuerpo para enfriarse. Por eso, los médicos recomiendan mantenernos en la sombra durante las horas en las que el sol está más alto y utilizar crema solar de factor 30 o superior.
Además, la exposición prolongada al sol puede producir a la larga melanomas o cáncer de piel.
Reducir la actividad física durante las horas de más calor
Hacer ejercicio es uno de los pilares fundamentales de una vida saludable. Pero hacerlo en el exterior durante las horas de más calor puede resultar contraproducente e, incluso, llevarnos a un golpe de calor. Es por eso que las autoridades competentes recomiendan limitar la actividad física a las primeras o a las últimas horas del día, cuando el sol está más bajo. Además, nos recuerdan que debemos beber agua constantemente para no deshidratarnos.
Si no tenemos opción y tenemos que realizar trabajos físicos en las horas de más calor, es imprescindible que tomemos descansos y bebamos agua fría en intervalos cortos para reducir las posibilidades de mareos, desmayos, bajadas de tensión y otros síntomas del calor extremo.
Ropa ligera y gafas de sol
La ropa ligera y holgada permitirá que circule el aire por debajo de ella y nos permitirá sudar, que es el mecanismo que tiene el cuerpo para regular su propia temperatura. Además, usar gafas de sol protegerá nuestra vista de los intensos rayos ultravioleta de la radiación solar. Otros complementos como, por ejemplo, los sombreros, nos ayudarán además a proteger nuestra cabeza de la larga exposición al sol.
Evitar los espacios cerrados
Los espacios reducidos pueden calentarse de forma sorprendentemente rápida en verano. Un claro ejemplo de esto es un vehículo parado. Es por eso que no debemos dejar bajo ninguna circunstancia a ningún ser vivo dentro de un coche cerrado y parado, pues nos arriesgamos a que pueda morir en cuestión de minutos debido a las altas temperaturas que puede alcanzar nuestro vehículo.
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