Ir a la playa es una de las actividades para muchos durante el verano para darse un baño o incluso en invierno para tener un momento de desconexión y disfrutar de la brisa del mar. Y es que se trata de una buena forma para nuestro cerebro o para el cuerpo, pues en el siglo XVIII los médicos ya recomendaban ir allí a bañarse diariamente para curar las dolencias de la tuberculosis.
Las investigaciones se fueron desarrollando a raíz de ello y en la ciencia moderna también se ha seguido analizando. En 1984 se demostró que los pacientes postoperatorios, donde las habitaciones aquellos que estaban en habitaciones de hospital con vistas a espacios naturales tendían a tener estancias más cortas y agradables.
En la psicología también se ha estudiado los beneficios de ir a la playa para nuestro cerebro. Mat White, psicólogo ambiental, ávido surfista y nadador al aire libre, es uno de los pioneros en estudiar esto. En 2010, White, junto a su equipo, descubrieron que las personas calificaban las fotos con entornos naturales y urbanos como más atractivas y relajantes si había algún elemento acuático.
El estudio contribuyó a impulsar el movimiento de investigación sobre los espacios azules que existe en la actualidad, según National Geographic. La respuestas sobre qué le sucede a tu cuerpo y cerebro cuando más tiempo se pasa en la playa son varias.
En primer lugar, cuando se pisa la arena, los primeros pasos irán seguidos de lo que los psicólogos ambientales denominan «restauración de la atención», es decir, cuando tu mente comienza a relajarse y a prestar atención a tu entorno de una manera más suave y menos exigente desde el punto de vista cognitivo.
Al principio de la investigación, se analizaron 4.255 encuestados en Inglaterra para determinar qué entornos naturales evocan mejores sensaciones y la costa obtuvo una ligera puntuación superior a la de los bosques y paisajes montañosos.
Catherine Kelly, autora de Blue Spaces: How and Why Water Can Make You Feel Better (Espacios azules: cómo y por qué el agua puede hacerte sentir mejor), apunta que el hecho de que la mente se relaje en la playa puede tener relación su sonido y las amplias vistas que no tienen fin. «Cuando visitamos la costa nos invita de una manera natural a fijar nuestra atención en el horizonte. Se produce una sensación de asombro, en la que tomamos perspectiva sobre nuestros problemas y nos sentimos parte de algo más grande que nosotros mismos», dice Kelly.
Por otra parte, la playa también puede ser un lugar donde el cuerpo acelera el ritmo dando un paseo largo, nadando o jugando. Las investigaciones sugieren que los paisajes costeros fomentan el ejercicio y hay grandes beneficios. Un estudio de 2020 publicado en la revista Enviromental Research, descubrió que tienden a hacer ejercicio durante más tiempo cuando sudan en el llamado «gimnasio azul», posiblemente porque perciben el tiempo como más amplio cuando están cerca del agua. Asimismo, un análisis de 2024 de datos de 18.838 adultos de 18 países apunta que las visitas más frecuentes a espacios azules y verdes hacen que haya una menor posibilidad de falta de sueño.
Por último, la terapia marina sigue estando vigente para muchos hoy en día, puesto que acuden al mar para aliviar el dolor y el estrés, a pesar de que nunca se ha demostrado 100% si estos beneficios se deben realmente a estar en la costa o simplemente a tomarse un descanso de las responsabilidades cotidianas. Esto se debe a que es difícil demostrar científicamente que el paisaje en sí mismo disminuye el dolor.
1 comentario
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Si, Ibiza, está llena de "Blues Spaces" .... anda que ya les vale ... Será en alguna playa perdida de las Islas Molucas, Pâpua-Nueva Guinea o Tuamotu ...