Frente a la hegemonía indiscutible de los barcos a vela, el catamarán se ha erigido en los últimos tiempos como una opción cada vez más concurrida por sus ventajas frente a otros tipos de embarcaciones.

Son simplemente innumerables las razones por las que las Islas Baleares conquistan cada año los corazones de miles de visitantes en busca de naturaleza y diversión. Los encantos de islas como Ibiza o Formentera no terminan en las orillas de sus largas y exuberantes costas, sino que se prolongan hacia los horizontes marinos en una onda expansiva sin fin.

Cada vez más oriundos y viajeros se atreven a adentrarse en el Mediterráneo para surcar los mares en una fiesta de sentidos a lo largo y ancho del archipiélago. Y cada vez más, escogen para hacerlo un tipo de barco (barcos a vela, catamaranes, lanchas, neumáticas) que hasta hace unos años apenas si era contemplada como opción para este tipo de experiencias lúdicas.

Frente a la hegemonía indiscutible de los barcos a vela, el catamarán se ha erigido en los últimos tiempos como una opción cada vez más concurrida por sus ventajas frente a otros tipos de embarcaciones. Lo demuestra, sin ir más lejos, el crecimiento de la oferta de alquiler catamaranes Ibiza, que en el último período ha demostrado un vigor insólito incluso en fechas que tradicionalmente se consideran de baja ocupación.

Ibiza y el catamarán, un dúo idílico

Sin duda, algunas de las características que más adeptos atraen son su alta estabilidad, la cantidad de espacio que albergan y la seguridad a la hora de la navegación. De hecho, en general, respecto a los barcos monocasco, la probabilidad de que se hundan es exponencialmente mejor, y además, respecto a éstos, pueden navegar en zonas de baja profundidad y acercarse prácticamente del todo a la orilla. Por otra parte, tipo de barco, que está compuesto por dos cascos unidos por un esqueleto central, puede ser de vela o a motor, pero lo habitual es que tengan dos motores. Es decir, un motor por casco. Por último, las variedades más modernas de este tipo de embarcación permiten incluso realizar giros de 360 grados en su propia longitud.

También sus ventajas en términos de espacio resultan muy atractivas para aquellos que los escogen como embarcación de recreo. En general, no solo hay más espacio en la cubierta, sino que la cabina de un catamarán suele ser dos veces mayor que la de un monocasco, por lo que permite a su vez una mayor privacidad. De esta manera, tanto en términos de equipamiento como en cuanto a espacio, superficie y estabilidad en la navegación, estas embarcaciones resultan ideales para celebrar cualquier tipo de evento a bordo, ya sean excursiones, clases de vela, salidas de puesta de sol, fiestas privadas o un sinfín de otras ocasiones inolvidables.

Viajar en catamarán en las islas pitiusas

Sin duda, uno de los parajes donde más se ha extendido la última moda que surca las aguas del Mediterráneo son las Islas Baleares. Y si esto es así, no solo resulta del atractivo indiscutible de sus paisajes y calas, sino también de un copioso legado histórico y cultural que no tiene parangón. Sus antiquísimos orígenes, que se remontan al Megalítico, aún dejan a la vista vestigios que ningún navegante quiere perderse. Entre ellos, se cuentan unos quinientos monumentos prehistóricos en excelente estado de conservación que hacen de las Baleares un museo al aire libre. Entre ellas, destacan los célebres talayots, las taulas y las navetas, construcciones funerarias o relacionadas con rituales y ceremonias de motivo religioso y bélico.

Cada isla del archipiélago regala algo maravilloso y único al viajero. Sin ir más lejos, en Menorca encontramos el Asentamiento de Trepucó, a 2 km. de Mahón. En él se aprecian una taula y un talayot, que no son los únicos que merecen ser visitados. También el Talayot de Trebaluger y la Naveta des Tudoms Foto, son parajes de visita ineludible. Por su parte, Mallorca no se queda atrás en historia y tradición. Por ella pasaron fenicios, griegos, romanos, cartagineses, bizantinos y moros, que fueron dejando sus huellas a lo largo y ancho del territorio insular.

No obstante, pocos parajes pueden competir con la joya indiscutible de este archipiélago de ensueño. Ante las costas de Ibiza se pliegan cada año miles de viajeros venidos de todos los rincones del mundo para dejarse tentar por las mieles de esta isla que es a su vez paraíso natural y entorno cosmopolita. Y aunque se trata de uno de los puntos de referencia del ocio y la diversión a nivel estatal y global, sus yacimientos y museos demuestran que su atractivo cultural no se queda atrás. Los restos arqueológicos que pueden encontrarse explorando la isla muestran su legado cartaginés, romano, bizantino e incluso musulmán. Durante el reinado de Jaime I, la isla pasó a manos cristianas, para después sufrir innumerables incursiones piratas. En el puerto de Ibiza, un obelisco erigido en recuerdo de esta época, evoca las vicisitudes de aquel tiempo.

Por supuesto, no hay Ibiza sin Formentera. La hermana pequeña de la más blasonada pitiusa, completa a menudo la ruta más deseada por los viajeros empedernidos que surcan el Mediterráneo a la caza de los más bellos paisajes.