La deshidratación sucede cuando el organismo no dispone del líquido necesario para llevar a cabo su funcionamiento normal, esto es, cuando pierdes más agua de la que ingieres. Puede ser leve, moderada o grave y es especialmente peligrosa para personas mayores y para la población infantil.

¿Qué puede generar una deshidratación en el cuerpo? «Los vómitos, la diarrea, tomar fármacos que aumentan la excreción de orina (diuréticos), la sudoración profusa (por ejemplo, durante las olas de calor o, sobre todo, al practicar ejercicio durante mucho tiempo) y una ingesta menor de agua pueden dar lugar a deshidratación», subrayan en MSD Manuals.

Se trata de un problema frecuente en personas de edad avanzada y en aquellas que presentan ciertas patologías como «la diabetes mellitus, la diabetes insípida y la enfermedad de Addison», que pueden aumentar la eliminación de orina y, consecuentemente, originar una deshidratación. También es habitual en bebés y durante la infancia porque «la cantidad de líquidos perdidos durante una diarrea o un episodio de vómitos puede suponer una proporción mayor respecto a sus líquidos corporales que en el caso de niños mayores y adultos», añaden.

Uno de los signos de alarma más evidentes de la deshidratación es la sensación de sed. Otra forma de saber si estamos deshidratados es comprobando el color de la orina, ya que si se vuelve amarillo oscuro indica que necesitamos ingerir líquido. Sin embargo, los síntomas pueden variar dependiendo de la edad o de si es leve o grave. Según Mayo Clinic, los síntomas más comunes en lactantes o en menores son los siguientes:

Por otro lado, los signos de alarma más evidentes en personas adultas son:

En el caso de que la deshidratación se encuentre en un estado grave, «la sensación de sed puede verse reducida y la presión arterial puede descender, lo que provoca mareos o desmayos», explican en MSD. Si esto ocurre y la carencia de líquidos persiste, los órganos internos como riñones, hígado o cerebro pueden verse dañados gravemente.

De hecho, «las neuronas son particularmente sensibles a los niveles de deshidratación más graves; por lo tanto, la confusión es uno de los mejores indicadores de que la deshidratación es grave. La deshidratación muy grave evoluciona a coma».