¿Deberíamos evitar los helados en verano?

Cuando aprieta el calor no hay nada que apetezca más que un helado bien frío y sabroso. Y cada vez los hay de más sabores y con más extras que permiten a cada goloso crear el helado perfecto para su gusto. Pero, ¿deberíamos comer helados? ¿Pueden resultar perjudiciales para la salud?

La respuesta a esta pregunta, como bien explica Nano Alutiz, es tan clara como ambigua: depende. «Todo se reduce al sentido común», apostilla este nutricionista.

Es cierto que estos dulces veraniegos están llenos de azúcares, tanto simples como complejos, pero de vez en cuando (y más cuando el termómetro roza los 40 grados) un helado no le hace daño a nadie.

Hay que tener sentido común y saber diferenciar, señala Nano. «Un helado es un producto que encanta a casi todo el mundo y que nos va a deleitar el paladar, pero hemos de saber que no tiene cabida en el día a día». Se puede meter de manera ocasional en la dieta, pero no siempre.

Nano también diferencia entre dos tipos de personas: los que controlan su dieta y su nutrición y los que no. Cuando, de manera diaria, controlamos lo que comemos y seguimos unas determinadas pautas de alimentación, es más fácil saber si ese helado puede entrar (o no) en el cómputo total de las calorías ingeridas al final del día. Sin embargo, cuando apenas llevamos control sobre lo que comemos, sumar un helado a la ingesta calórica puede ser un gesto muy nocivo para la salud y para los objetivos físicos y dietéticos individuales.

Ahora mismo, en el mercado, hay una gran variedad de opciones que nos permiten hacer en casa nuestros propios helados en versiones saludables. Apostar por usar el queso fresco o el yogur griego 0% y añadir frutas o saborizantes a la mezcla nos dará como resultado una crema bien fresquita con buenos valores nutricionales.

Pero, como señala Nano, «un helado es un helado y aunque tengamos la opción de hacerlo en casa el resultado nunca va a ser igual que el de la heladería». De todas formas, estas variantes más saludables pueden ayudarnos como un «efecto placebo» a quitarnos el gusanillo de estos dulces respetando una nutrición saludable.

A modo de resumen, este nutricionista explica que los helados, como tal, no son recomendables como un alimento que se pueda comer todos los días. Sin embargo, si mantenemos una nutrición organizada y saludable, siempre podremos darnos el capricho sin sentirnos después culpables y disfrutar de un helado frío durante las vacaciones.