Es una vieja de técnica de robo por descuido que puede evitarse siguiendo unos sencillos pasos.

Aunque los vehículos cada vez dispongan de una mayor tecnología y dispositivos de seguridad más sofisticados, los trucos para robar un automóvil siguen siendo casi los mismos de siempre, a excepción de las técnicas informáticas con las que se hackean ordenadores de a bordo y llaves.

Casi semanalmente se escuchan casos de robos (o intentos) de coches y lo más conveniente es extremar las precauciones para evitar que nos sustraigan el coche. Una solución es intentar que el vehículo no duerma en la calle, sino en un garaje particular, aunque hay veces que el robo intenta llevarse a cabo en presencia del dueño.

Es el caso de los ladrones que utilizan el método de la lata. ¿Habías oído hablar de él? Este método consiste en generar una distracción para que el conductor baje del coche o se despiste y en ese momento poder robar el vehículo.

Habitualmente, se utilizan unas latas de refresco vacías que, enganchadas al bajo del vehículo, hacen un ruido que alarma al conductor. Este decide bajar del vehículo para ver qué sucede, creando la oportunidad perfecta para los ladrones.

El robo se produce porque el conductor, al bajar para comprobar el origen del ruido, deja la puerta abierta y el motor encendido, dejando vía libre para los ladrones. Lo mejor es bajar del coche si se nota algún comportamiento extraño en el vehículo, pero hacerlo siguiendo unas mínimas medidas de seguridad.

Lo primero será parar el motor, premisa con la que se cumple la normativa del reglamento de tráfico además de dificultar la sustracción del vehículo. Y, obviamente, al bajar del coche hay que cerrar las puertas inmediatamente.

Con estos dos gestos se limitan las opciones de robo a unos ladrones que, por lo general, buscan crear una situación en la que sea sencillo llevarse el vehículo. Si por el contrario ven que esta se complica, cejarán en su empeño y buscarán otra víctima.