Se recargan con energía solar y se pueden conectar a varios dispositivos a través de Wi-Fi.

Manel de Aguas, de solo 24 años, fue noticia a nivel mundial en agosto de 2017, cuando construyó el primer prototipo de un dispositivo que le permitía sentir las vibraciones atmosféricas.

En ese momento no era más que una placa de circuito expuesta que colgaba de una diadema colocada en la parte posterior de su cabeza. Al año siguiente, el joven comenzó a colocar un par de aletas a cada lado y anunció su intención de que se las implantasen en el cráneo.

A principios de 2020, De Aguas llevó a cabo su propósito. Convirtió esas aletas decorativas en órganos funcionales capaces de percibir la temperatura, la humedad y la presión atmosférica y enviar sonidos al cerebro de Manel a través de la conducción ósea.

Las aletas implantadas pesan 500 gramos, se pueden recargar con energía solar y se pueden conectar a varios dispositivos a través de Wi-Fi. «Exploraré el clima a través de un nuevo órgano sensorial», comentó el joven en su cuenta de Instagram, donde su peculiar apariencia ha recibido mucha atención.

En junio de 2019, el español explicó a la revista VICE su intención de tener un órgano artificial implantado con el que poder sentir factores atmosféricos a través de su cráneo. «La atmósfera sonará dentro de mi cabeza y dependiendo de las condiciones atmosféricas en un momento dado tendré la experiencia de estar sumergido en un tipo de medio u otro», comentó el joven.

«Siempre he sentido una conexión especial con la lluvia, así que cuando descubrí que había una manera de sentir una sensación dentro de mí, pensé que sería bueno crear un órgano que me conectara aún más con la lluvia, así como con otros fenómenos atmosféricos», agregó Manel. «En cuanto a la forma del órgano, siempre me han interesado las especies marinas, tanto reales como mitológicas, por lo que la idea de crear un órgano en forma de aleta simplemente surgió desde dentro».

El joven se ha descrito a sí mismo como un «propioespecie» en respuesta al antropocentrismo de la sociedad actual, que coloca al ser humano en el escalón más alto de una falsa jerarquía de especies.