La alimentación saludable carga con el falso mito de estar compuesta por recetas sosas, aburridas y sin sabor. Poco más que arroz, pollo, cereales integrales y mucha verdura al vapor. Pero no hay nada más lejos de la realidad, ya que cualquier preparación sana puede estar ser un verdadero placer para el paladar si se acompaña como merece.

Sin embargo, poco sentido tiene cocinar platos saludables si luego se van a acompañar de salsas protagonistas en grasas saturadas, industriales o procesadas. Para evitar caer en un sinsentido de este calibre y comer con gusto sin renunciar a la salud o a los objetivos nutricionales, aquí van unas ideas de aderezos perfectos cortesía de la dietista-nutricionista Adriana Oroz a través de su libro 'El método del plato'.

Para los amantes de la mayonesa llega esta preparación con todo el sabor del aguacate, rico en grasas saludables. Prepararla es tan sencillo como mezclar un aguacate maduro con un yogur natural estilo griego o cremoso (vigilando la cantidad de grasas) y una cucharadita de albahaca fresca. Batir todo junto, añadir sal y a disfrutar con verduras crudas, legumbres, ensaladas y tantas otras opciones.

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Con cuatro tomates secos, un diente de ajo, dos cucharadas grandes de albahaca fresca, tres de aceite de oliva virgen y un puñado de anacardos se prepara este pesto con alto contenido en grasas saludables. También se puede cocinar la variante con brócoli hervido, que se añade a la hora de batir los ingredientes, para darle un toque diferente.

Esta salsa de verduras es muy saludable y ligera. Se necesitan 110 gramos de cebolla, 100 de pimiento, 90 de zanahoria, perejil fresco, un diente de ajo, dos cucharadas de aceite de oliva y sal. Se sofríen todas las verduras y, cuando estén doradas, hay que añadir 200 gramos de tomate natural triturado. Se deja cocinar 20 minutos, se bate todo junto... ¡Y listo!

La bechamel es una salsa muy habitual en preparaciones al horno, bien sean de pasta, carne, pescado o verduras. Para preparar una versión más ligera hacen falta 40 gramos de harina de avena o trigo sarraceno, 350 mililitros de leche desnatada o bebida vegetal y 20 de aceite de oliva. Con el aceite caliente en una sartén se añade la harina mientras se remueve con unas varillas para evitar los grumos y, poco a poco, habrá que ir añadiendo la leche hasta conseguir la consistencia deseada. Condimentar con sal, pimienta negra molida y nuez moscada.