El nuevo estudio muestra resultados muy esperanzadores para frenar el cancer.

Investigadores de la Universidad de Tel Aviv en Israel han descifrado, por primera vez, un mecanismo que permite que el cáncer de piel haga metástasis en el cerebro y han logrado retrasar la propagación de la enfermedad entre un 60 % y un 80 % utilizando los tratamientos existentes. El estudio está dirigido por la profesora Ronit Satchi-Fainaro y la estudiante Sabina Pozzi de la Facultad de Medicina Sackler de la Universidad de Tel Aviv y los resultados han sido publicados en la revista científica 'JCI Insight'. «En una etapa avanzada, el 90 % de los pacientes con melanoma (cáncer de piel) desarrollarán metástasis cerebrales. Esta es una estadística desconcertante. Esperamos ver metástasis en los pulmones y el hígado, pero se supone que el cerebro es un órgano protegido. La barrera hematoencefálica evita que las sustancias nocivas entren en el cerebro, y aquí supuestamente no lo hace. Las células cancerosas de la piel circulan en la sangre y logran llegar al cerebro. Nos preguntamos con 'quién' 'hablan' las células cancerosas en el cerebro para infiltrarlo», explica Satchi-Fainaro.

Los investigadores han descubierto que en los pacientes de melanoma con metástasis cerebrales, las células cancerosas «reclutan» células llamadas astrocitos, células en forma de estrella que se encuentran en la médula espinal y el cerebro y que son responsables de la homeostasis, o el mantenimiento de condiciones estables, en el cerebro. Los astrocitos son los primeros en venir a corregir la situación en caso de un accidente cerebrovascular o trauma, por ejemplo, y es con ellos que las células cancerosas interactúan, intercambiando moléculas y corrompiéndolas. Además, las células cancerosas reclutan a los astrocitos para que no inhiban la propagación de las metástasis, por lo que crean una inflamación local en las áreas de interacción entre las células del melanoma y los astrocitos que aumentan la permeabilidad a través de la barrera hematoencefálica, así como la división y migración de las células cancerosas. La comunicación entre ellas se refleja en que los astrocitos comienzan a secretar una proteína que promueve la inflamación llamada MCP-1 (también conocida como CCL2), y en respuesta a esto, las células cancerosas comienzan a expresa sus receptores CCR2 y CCR4, que sospechábamos que era responsable de la comunicación destructiva con los astrocitos.

Para probar su hipótesis, la profesora Satchi-Fainaro y su equipo intentaron inhibir la expresión de la proteína y sus receptores en modelos de laboratorio diseñados genéticamente y en modelos 3D de melanoma primario y metástasis cerebrales. Para ello, los investigadores utilizaron tanto un anticuerpo (molécula biológica) como una molécula pequeña (sintética), diseñados para bloquear la proteína MCP-1. También emplearon la tecnología CRISPR para editar genéticamente las células cancerosas y eliminar los dos genes que expresan los dos receptores relevantes, CCR2 y CCR4. Con cada uno de los métodos, los investigadores pudieron retrasar la propagación de las metástasis. «Además de servir como biomarcador para otros tipos de cáncer, ya se han probado en humanos como parte de ensayos clínicos. Por lo tanto, estos tratamientos se consideran seguros y podemos intentar reutilizarlos para el melanoma», señala. El estudio ha sido financiado por el Consejo Europeo de Investigación (ERC), la Alianza para la Investigación del Melanoma (MRA), la Fundación Kahn, el Fondo de Investigación del Cáncer de Israel (ICRF) y la Fundación de Ciencias de Israel (ISF).