Apps para espiar y hackear WhatsApp: ¿Cómo funcionan y qué consecuencias legales acarrea su uso?

¿Quién no ha oído, ya a estas alturas de la era digital, sobre las aplicaciones para espiar o hackear WhatsApp, Facebook y otras redes sociales o apps de mensajería? Si buscamos en un motor de búsqueda como Google, encontraremos cientos de tutoriales para hacerlo de este u otro modo; y decenas de preguntas rápidamente contestadas para los métodos más eficaces.

Pero ¿cuántos se detienen a pensar en las consecuencias para quien lo hace, más que para quien es víctima de estos? Hoy en día, a pesar de los constantes recordatorios sobre la importancia de la privacidad en las redes sociales, nadie parece sentir remordimientos al preguntar cómo se puede hackear WhatsApp. Algunas personas recurren a estos métodos con más o menos frecuencia, pero por lo general, muy pocos reparan en las dificultades que puede acarrearnos.

El hackeo de WhatsApp tiene varios métodos que, si bien no son complejos de poner en práctica, sí que tienen (o deberían tener) mucho sobre lo que pensar. El uso de apps de terceros, como mSpy, o el más mundano robo de datos al acceder ilícitamente a los chats de otra persona, son acciones que, siendo conservadores, pueden resultar cuestionables.

Las intenciones del hacker

Quien fisgonea, siempre cree tener razones de peso. Unas veces asume tener el derecho de hacerlo, otras, piensa que el fin justifica los medios. Las más de las veces, se convence a sí mismo de que no tiene otro recurso para resolver determinado dilema. En no pocas ocasiones, sabe perfectamente que está cometiendo un acto incorrecto e ilegal, pero, sencillamente, no le importa.

Lo cierto es que es muy difícil justificar el hackeo de WhatsApp, así como el de cualquier otro servicio de mensajería. La mayoría de los ordenamientos legales del mundo reconocen que la correspondencia es inviolable, y los intercambios de mensajes digitales entran en ese espectro.

En tal sentido, por regla general, el hackeo es una cuestión ajena a todo tipo de buenas prácticas, tanto en el orden moral, como legal. Son muy pocas las excepciones que, en casos muy concretos, podrían explicar una acción de este tipo:

Autoridades en cumplimiento de la Ley

Es lo que en Derecho Criminal se conoce como Cumplimiento del Deber, una eximente de la responsabilidad. Para combatir el crimen, las autoridades pueden recurrir al hackeo de servicios de mensajería, en aras de conocer los planes y proyectos de los delincuentes. Pero, ni aún así, esto puede hacerse libremente. Las autoridades deben cumplir estrictamente lo previsto en las leyes de cada país para tales diligencias. En caso contrario, el hackeo puede convertirse en ilegal.

Padres preocupados

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Aunque lo más recomendable es resolver cualquier controversia con los hijos mediante una adecuada comunicación, lo cierto es que a muchos padres les preocupa lo que sus retoños pueden estar haciendo en WhatsApp. Todo el día sin levantar la nariz de la pantalla no resulta lo más tranquilizador del mundo, tengan la edad que tengan.

Es por ello que muchos progenitores recurren a las diversas vías que existen para hackear los perfiles de WhatsApp de sus hijos. Así pueden estar al tanto de con quién y de qué hablan, y reaccionar, en caso necesario, para resolver cualquier problema. Es un nuevo reto que nos ha traído la era digital: privacidad de nuestros hijos vs. su propia seguridad.

¿Qué puede pasarle a un hacker?

Quien hackea WhatsApp se mueve en la clásica cuerda floja, balanceándose entre lo manifiestamente incorrecto y lo abiertamente criminal. Como cualquier ejecutor de acciones incorrectas, el hacker cree que puede evitar las consecuencias negativas que sus actos pueden acarrear o, de plano, no le dedica al tema ni un segundo de sus pensamientos.

Sin embargo, debería. Quienes realizan estas maniobras se arriesgan a ser demandados o incluso procesados en el orden criminal. ¿Qué significa esto? Pues, básicamente, que pudiera ser forzado a responder con sus bienes o con su libertad (o con ambos inclusive) por las consecuencias de sus actos.

Si la persona que resultó víctima del «trabajo» del hacker se sintió afectada en su honor, su tranquilidad, su libertad individual y otros aspectos de su bienestar emocional o en sus relaciones con otros, puede promover una demanda que, generalmente persigue un resarcimiento monetario. Normalmente, este tipo de acciones termina ante un juez, que decide sobre el asunto luego de evaluar las pruebas, aunque también existen varias vías de arreglar el asunto fuera de los tribunales.

Pero la cuestión puede subir de tono si el hacker cometió actos recogidos en la legislación criminal de un país determinado. Es lo que se conoce como «cometer un delito» o «cometer un crimen». En este caso, el asunto pasa a las autoridades gubernamentales, léase la policía, y puede derivar en un tiempo en prisión, si finalmente, un juez lo considera responsable.

¿Qué hacer si me hackean?

Ambos procedimientos no son mutuamente excluyentes, al contrario, en la mayoría de las ocasiones se manifiestan de manera simultánea. Ese es el motivo por el que el hacker cuida tanto su identidad y protege tanto como puede sus datos y las rutas de acceso a sus dispositivos y plataformas.

Por tal motivo, si un usuario nota que es víctima de un hackeo de WhatsApp, la recomendación más factible es que busque ayuda. Puede ser un experto independiente, o acudir a la policía, para poder erradicar el problema. Lógicamente, tomar medidas preventivas, como mantener copias de seguridad y contraseñas seguras, puede ser determinante en que el hacker no tenga éxito en sus malas intenciones.