La sentencia de la minifalda, en la cual la víctima, que fue agredida sexualmente por su jefe, «iba provocando». Interrogatorios que culpabilizan a la víctima, «¿cerraste bien las piernas?». No ver ensañamiento en el crimen de una mujer asesinada que ha sufrido 70 puñaladas. Una manada de cinco violadores condenados por abuso y no por violación. La admisión a trámite de la absolución del asesino confeso de Laura Luelmo... Son algunos ejemplos de las conductas claramente machistas de la justicia patriarcal. Estos días leemos la lamentable noticia en los periódicos de como «La Manada de Manresa» es juzgada por un delito de abuso y no de violación, de nuevo es la víctima quien es cuestionada sobre si se sintió intimidada en lugar de ahondar en los actos cometidos por los agresores: ¡qué sorpresa! Una vez más el foco está en el comportamiento de la mujer que ha sufrido la violación.

Se trata de una violación múltiple por turnos cometida en 2016 a una niña de 14 años, en la que se ha incriminado a siete hombres en total de entre 19 y 26 años y a uno de 39. Durante el proceso, la fiscalía ha preguntado a la víctima por qué se sintió intimidada, ya que los acusados, igual que en el caso de los San Fermines, están siendo juzgados por un delito de abuso y no de violación y es ella la que debe dar explicaciones para que se contemple el supuesto de intimidación en el delito. Vergonzoso.

Os ponemos en contexto: la menor, durante los hechos, se encontraba en una fiesta en una fábrica abandonada donde de se retiró con uno de los acusados a una caseta, con este último ya había mantenido relaciones sexuales recientemente por lo que no sospechó del peligro de la situación. Fue él quién llamó al resto y entre seis hombres empezaron a penetrarla por turnos, fue obligada también a practicar una felación a uno de los agresores. Todo esto, mientras se pasaban entre ellos un arma de fogueo. La víctima ha relatado que solo recuerda flashes ya que estaba en estado de embriaguez... Además, sospecha que pudieron haberla aturdido utilizando algún tipo de estupefaciente. El séptimo hombre incriminado en el caso no participó en la violación, se dedicó a mirar mientras se masturbaba. La amiga de la víctima que estaba con ella en la fiesta, y la encontró en la caseta, pudo ver cómo uno de los agresores la penetraba, los demás tenían los pantalones bajados y otro le recordaba que cada 15 minutos le tocaba a uno. Esta última ha declarado en el juicio que planeaban tirarla a un río, pero finalmente dejaron que se la llevara a casa.

El movimiento feminista ha estado dando su toque de atención a la justicia patriarcal durante más de un año con manifestaciones y protestas dando apoyo a la víctima de La Manada de los San Fermines de 2016. No solo en España, en todos los países del mundo se ha gritado un «¡yo sí te creo!», gracias a la movilización social la víctima de La Manada sacó fuerzas de donde no había para continuar recurriendo las sentencias hasta, finalmente, haber conseguido una condena por violación. Muchos nos dijeron que no somos nadie para tipificar delitos ni dictar condena, pero resulta que una sentencia machista nos concierne a todas y hemos conseguido remover conciencias.

De nuevo en un juzgado se cuestiona a la víctima y no a los violadores, y, otra vez, se habla de abuso en vez de violación. Pues una vez más, y todas las que haga falta, vamos a criticar, a protestar y a poner en evidencia a este sistema jurídico que culpabiliza y denigra a las mujeres de manera metódica. El movimiento feminista, el empoderamiento de nosotras mismas y las alianzas y lazos de unión que vamos creando entre nosotras nos hace fuertes. Este caso no es solo de la víctima, sino de todas nosotras: esta es nuestra manada.

Desde Emprendada Feminista queremos mostrar nuestra repulsa ante la actuación machista por parte de la fiscalía al no contemplar el delito de violación en el caso de «La Manada de Manresa». Una vez más se confirma: la lucha feminista es más que necesaria y tendrá su razón de ser mientras el machismo y la cultura patriarcal se encuentren tan arraigados como hasta ahora en nuestra sociedad y en las instituciones que supuestamente nos protegen.