Se hace difícil escribir sobre una persona que además de admirar, como es mi caso, también se unen unos lazos de gran amistad desde hace 40 años. Nunca jamás vi algo que me disgustara del amigo Mateu Cañellas Roca (Palma, 1948), incluso puede parecer que solo busco subirlo a un pedestal y no es así. Los que le conocíamos y trabajamos en pro del deporte ya hace tiempo que sabíamos que (con premios o sin premios) él ya estaba en lo mas alto del deporte balear.

Tampoco hablaré de su currículum, que es amplio y que estos días los medios de comunicación han dado fe de ello. Yo más bien me quiero referir a la persona de Mateu Cañellas Roca y sus grandes virtudes: familiar, cauto, humilde y un gran amigo. Será una pérdida irreparable. Mateu fue un hombre bueno, trabajador, formal, correcto, educado, inteligente, dialogante, justo, solidario, honesto, bondadoso, noble y amigo, o sea, una gran persona

La vida es muy bonita, pero a veces es tremendamente injusta, como lo ha sido con el amigo Mateu. Trabajó toda una vida en lo laboral y en lo deportivo, no solo en atletismo y en tir de fona, sino también ayudando otras pruebas como Lluc a Peu, Comité Disciplina Deportiva, etc. Trabaja durante muchos años construyendo una casa de campo para su familia, un bonito hogar en una zona muy tranquila en donde le encanta estar con su familia y algún domingo invitar a los amigos a comer paella que el propio Mateu cocina. Busca tranquilidad, reunir a la familia y poder jugar con sus nietos (hombre de convicción familiar). Luego se jubila del trabajo. Manifiesta que ya no quiere salir tantas veces a la península ni al extranjero, donde acudía para ejercer de juez de atletismo. También deja la presidencia de la Federació Balear de Tir de Fona, pero nos sigue ayudando como presidente honorífico. Nos hace cursos, redacta documentos, charlas, nos representa cuando es necesario y nos aconseja. Tiene tiempo y vuelve a entrenar y a correr pruebas populares y maratones (en los años 70 fue campeón de España y tuvo varios récords de Baleares). Todo se presenta favorable para disfrutar a tope de la vida. Tiene salud, se cuida, no fuma y no bebe.

Hace tan solo cuatro meses corrió su última carrera y... ¡zas!. El viernes 3 de enero de 2020, Mateu nos deja para siempre. Mateu ya no podrá correr más carreras. Ya no podrá estar en su casa de campo con amigos. Ya no podrá compartir tantas cosas con su querida esposa Angels, de quien se enamoró en su juventud cuando ella jugaba al basket. Tampoco podrá estar con su hija Marta ni acudir a los conciertos de su otra hija Rosa. Tampoco podrá ganar en las carreras a su hijo Mateu. Y, lo peor, ya no podrá disfrutar ni abrazar a sus nietos Marta, Víctor y Alicia.

Querida familia, sois unos afortunados por haber tenido un padre ejemplar y muy querido. Las Islas Baleares han perdido a un referente histórico. El deporte, en general, ha perdido y el atletismo, en particular, ha perdido mucho, pero es que en el tir de fona nos hemos quedado huérfanos. Sí, nosotros teníamos una madre que es Pep Sanchís y a un padre que era Mateu y que ya se nos fue. Ahora, solo nos queda seguir teniendo a Pep Sanchís por muchos años.

Mateu se fue, pero su legado queda y no solo para la posteridad. Es que continuará haciendo historia. Nosotros realizaremos las propuestas que en algún momento él había comentado. Mateu, gracias por tu amistad. Quiero agradecerte lo mucho que aprendí de ti. Lograste que, junto a otras personas, continuemos vuestra gran labor realizada con nuestro deporte: el tir de fona. Hasta sempre, amic Mateu. Descansa en Pau!