Nunca había escuchado en Sant Antoni de Portmany tantas conversaciones sobre un evento deportivo. Lo que está ocurriendo esta semana en nuestro pueblo con el PLAY OFF de ascenso es alucinante, entiendas o no de baloncesto, te guste más o menos este deporte, el sábado por la tarde tenemos que subir a Sa Pedrera porque ahí va a jugarse más que un partido de Básquet. Es un acontecimiento que transciende el deporte y, cuando eso ocurre, en primer lugar, habla fenomenal del rendimiento deportivo del equipo. Este club se ha convertido en la ilusión de tres generaciones. La de nuestros padres, que fundaron el Ca Nostra en la década de los 60. La nuestra, que, vestida de corto, o no, tuvo relación con aquel mítico club que aglutinaba buena parte de la vida social de Portmany. La de nuestros hijos, los protagonistas del nacimiento del baloncesto en Sant Antoni. Gracias a la entidad que se fundó a finales de los 90 y que lleva el nombre del pueblo en el que vivimos. Esa transversalidad es clave para entender los triunfos de su primer equipo en los últimos cinco años. Los deportivos (dos ascensos, ojalá el domingo ya sean tres) y sobre todo el éxito en la calle. Pocas veces en la historia del deporte ibicenco, una entidad había conseguido infiltrarse tanto y tan bien en la vida de los vecinos en una localidad. Honestidad, cercanía, humildad, espíritu de superación e identificación con los valores de los «Portmanyins». Una mezcla perfecta para generar algo indispensable en cualquier competición deportiva: el orgullo de representar a una comunidad, así, poco a poco los niños y las niñas de Portmany se están enamorando del baloncesto. El ejemplo más claro lo tengo en casa con mi hijo Alejandro, que juega en el equipo infantil CBSA. Sus ídolos se llaman Dani de la Rua, Álex Llorca o Fede Uclés. Quiere ser como ellos. El sueña como tantos y tantos niños del básquet Sant Antoni en debutar algún día en la categoría LEB ORO en un gran pabellón lleno de gente. Ojalá algunos consigan ponerse una camiseta azul y negra como profesionales ( es el último paso que nos falta ) pero ellos y ellas también serán entrenadores de la base, ayudantes de cuerpo técnico, peñistas, y directivos. Porque si el proyecto del Básquet Sant Antoni es diferente es por las decenas de personas que forman su organigrama, capaces de moverse con igual soltura en la negociación de un patrocinio, como detrás de la barra de un bar que se monta cada sábado, en el pabellón que llenaremos hasta la bandera mañana. Los 1500 aficionados que alentaremos al equipo de David Barrio debemos poner la música que suene en el último baile del gran capitán Jordi Grimau. Una de las piezas angulares que han hecho posible que nuestros sueños se conviertan en realidad, merece retirarse con un ascenso. A mi me gustaría contarle a mis nietos que yo estuve en el pabellón de los sueños el día que subimos a LEB ORO. VAMOS A CONSEGUIRLO.
BASQUET SANT ANTONI: la ilusión de tres generaciones
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