Este invierno no es una excepción y la epidemia de la gripe vuelve a saturar la capacidad hospitalaria de Balears, cuyos centros, tanto públicos como privados, tienen todos sus recursos asistenciales al límite de sus posibilidades e incluso rebasados. Las imágenes de los servicios de Urgencias abarrotados, con pacientes ingresados a la espera de poder ocupar una cama en planta durante días, son la constatación de un sistema desbordado en el que los profesionales sanitarios se ven obligados a trabajar en un ambiente caótico, inapropiado para atender a personas que necesitan sus cuidados. Las quejas se reproducen cíclicamente sin que la Administración sea capaz de aportar soluciones, aunque éstas es fácil adivinar que no son sencillas.

Planta renovada y modernizada. En los últimos quince años, la red de hospitales –tanto públicos como privados– en Balears ha sido renovada y modernizada. Desde que en 1997 se construyó el hospital de Manacor, han entrado en servicio tres nuevos centros sólo en Mallorca: Son Llàtzer, Inca y Son Espases. Cabía suponer que la planificación –completada con los centros de atención primaria– debía alejar situaciones como la que se están volviendo a repetir desde hace unas semanas. Hay que insistir en que el esfuerzo inversor también se ha realizado en paralelo por la sanidad privada, no en balde las Islas tienen una de las tasas más altas de seguros privados de toda España. Sin embargo, y ésta es la realidad incontestable, el problema persiste.

Planificación o gestión. Atendiendo a lo que ocurre cada día en los hospitales cabe preguntarse qué falla, dónde está el error. Son los cálculos y proyecciones de demanda los que están fallando estrepitosamente y que están dando como resultado unos hospitales insuficientes o, por el contrario, es una cuestión de gestión de la demanda. Algunos técnicos insisten en las consecuencias de una falta de coordinación entre la asistencia primaria y la hospitalaria. La reducción de recursos en los centros de salud está saturando los hospitales.