Carlos Delgado no deberá asumir responsabilidades penales por la implementación a dedo y la falta de control en la gestión económica de Radio Calvià cuando él era alcalde. El fiscal y la jueza ven mala praxis, pero no delitos. Esta decisión choca con los casos de otras irregularidades públicas en las que tampoco existió enriquecimiento personal y, sin embargo, los responsables fueron condenados de manera ejemplar.

Bernat Coll, el contrapunto. Sorprende el archivo de la causa de Radio Calvià si se compara con la reciente petición de la Fiscalía de tres años de prisión para el alcalde de Lloseta, Bernat Coll, acusado de prevaricación, y que finalmente ha sido condenado nada menos que a 28 años de inhabilitación. Coll reconoció que no había convocado el concurso para la gestión del teatro municipal para agilizar su puesta en marcha. También confesó que había concedido dos licencias urbanísticas sin solventar algunas trabas legales, de carácter formal. Carlos Delgado, por su parte, también actuó a dedo con Radio Calvià, medio de comunicación con el que podía obtener un claro beneficio político. Descuidó el control de la gestión comercial y publicitaria, lo que provocó, según la acusación popular, un quebranto a las arcas públicas de de 1,4 millones de euros.

Abandono de la gestión. La Fiscalía y el juzgado reprochan a Delgado y a su equipo la mala gestión de la radio en términos duros: «Fue un despropósito por el derroche que suposo». Sin embargo, y sorprendentemente, este derroche no ocasionó ningún perjuicio a las arcas públicas. Es un razonamiento respetable, pero hay que reconocer que de muy difícil comprensión. Sea como sea, Delgado y su jefa de prensa -también encausada- empezaron esta legislatura instalados en la Conselleria de Turisme por obra y gracia de Bauzá. De haberse aferrado al cargo, la situación de Delgado sería ahora políticamente insostenible. En este sentido, su oportuna dimisión habrá sido, sin duda, la mejor decisión de toda su carrera política.