Es sorprendente el hecho de que el ciudadano alemán Axel Hellebrand haya podido pactar diez años de cárcel con Fiscalía por haber matado a su esposa a golpes y haberla mantenido enterrada durante dos meses. Por lo visto en este caso concreto, sale muy barato matar en Balears. Solamente la denuncia de la hija sobre la desaparición de su madre precipitó los acontecimientos, no ningún tipo de arrepentimiento de este ciudadano tras haber cometido el homicidio.

Desproporción. La Justicia no puede ser desproporcionada. Personas que han cometido delitos más leves estan en estos momentnos afrontando penas muy duras de cárcel. Cabe recordar que la esencia del castigo penal, desde nuestros antepasados, es la persecución de los que matan a sus semejantes y ha partir de ahí se establece una larga serie de conductas antisociales que deben ser castigadas. Pero el «no matarás», con las atenuantes y sutilezas jurídicas que se quieran, es la esencia de toda estructura punitiva en un Estado de Derecho. Es elhecho que más repugna a la sociedad, muy por encima de todos los otros. Pero en el caso Hellebrand, la vida de una mujer vale muy poco. Demasiado poco para los que creen en la convivencia y el respeto social en el más amplio sentido del término.

Habilidad. El pacto del alemán con Fiscalía, que en la práctica le puede suponer salir de prisión en relativamente pocos años, sólo es comprensible desde la habilidad de su letrado defensor, que por lo visto tiene dotes de encantador de serpientes en sus relaciones con el Ministerio Público. Sorprende que el fiscal haya aceptado el acuerdo tras tanto golpe descargado, tanta sangre derramada, tanta vida truncada y tanta tierra por encima. La fe en la Justicia se basa en el equilibrio a la hora de tomar decisiones. Es comprensible la dureza actual en lo que afecta a escándalos de corrupción, por ejemplo. Pero no se comprende que proporcionalmente sean muy superiores a las que se imponen a los que matan a sus semejantes.