Las últimas investigaciones sobre el accidente de los Alpes han desvelado que el copiloto del avión siniestrado dejó caer la aeronave de forma voluntaria. La teoría que maneja la fiscalía francesa, que se ha hecho cargo de la investigación, es que el copiloto se encerró en la cabina aprovechando que el piloto se había ausentado unos minutos. Al llegar, el piloto se encontró la puerta cerrada y bloqueada. Pese a sus intentos, el piloto no pudo entrar en la cabina de mandos del avión. Mientras, el copiloto dejó caer el avión hasta que se estrelló en la montaña y fallecieron todos los pasajeros y la tripulación. Se trata, sin duda, de una historia dramática que supondrá, irremediablemente, nuevos cambios en los protocolos de seguridad.

Las cabinas. Una compañía aérea anunciaba ayer mismo que modificará el sistema que permite a pilotos cerrar la puerta de la cabina. Este nuevo sistema impedirá que se quede un piloto solo en la cabina de mando. De esta manera sería imposible que pueda repetirse la tragedia de los Alpes, al menos teóricamente. Sin embargo, este nuevo sistema de seguridad solo funcionaría si uno de los pilotos quisiese estrellar el avión ¿Qué pasaría si los dos pilotos se ponen de acuerdo y se proponen accidentar la aeronave? ¿Hay soluciones para posibles motines de tripulaciones? ¿Y en caso de que los terroristas quieran tomar el mando? Sin duda, las soluciones no son nada fácil. La investigación, además, asegura que el copiloto no tenía problemas psicológicos y se descarta que tenga vínculos con organizaciones terroristas.

Soluciones complejas. Todas las personas que utilizan habitualmente aviones conocen perfectamente las medidas de seguridad que se producen en los aeropuertos. En las últimas semanas la seguridad se ha incrementado y se revisan todos los aparatos electrónicos. Sin embargo, de poco sirven estas medidas de seguridad en los aeropuertos si se repite el desgraciado episodio de los Alpes. La solución es compleja y las autoridades deben valorar todas las posibilidades y riesgos. Pero quizás se están centrando demasiado esfuerzos en los aeropuertos, en los pasajeros, y han olvidado la tripulación.