Numerosos artistas suspendieron ayer sus conciertos en España como medida de protesta contra el Gobierno exigiendo la rebaja del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) en el sector, que en la actualidad es del 21%. Los músicos se suman a las voces críticas de los profesionales y empresarios del mundo del cine y el teatro contra un tipo impositivo que ha encarecido el acceso a la cultura en general, además de reducir la demanda de este tipo de espectáculos. Nuestro país grava las actividades culturales con unos de los tipos más altos de IVA del conjunto de la Unión Europea. El sector ha llevado al Congreso una Iniciativa Legislativa Popular avalada con 200.000 firmas.

Crece la protesta. Hasta ahora, eran los actores y actrices los que no desaprovechaban cualquier tipo de evento para dejar constancia de los graves perjuicios que estaba ocasionando la subida de la fiscalidad. Con el Día sin Música de ayer se ha sumado la oposición de toda la industria musical española, encabezados por los músicos más destacados que suspendieron sus conciertos. La jornada tuvo un carácter testimonial, pero no por ello menos trascendente respecto a la, por lo menos aparente, insensibilidad del Gobierno para corregir un agravio de graves consecuencias económicas para los miles de trabajadores y empresarios que conforman este sector en nuestro país.

Trasfondo político. La actitud del Gobierno del Partido Popular no desmiente a quienes ven en la intransigencia para reducir el IVA de todo el sector cultural un ‘castigo’ político, más cuando se admite una mejora de la economía y se anuncian rebajas fiscales en otros ámbitos. La cultura también genera riqueza, y mucha. No sólo intelectural o lúdica, también en el campo estrictamente económico generando miles de puestos de trabajo en las numerosas empresas discográficas, salas de concierto, teatros, ... y toda la industria vinculada. La silenciosa protesta de ayer no puede quedar como un simple gesto, una protesta muda. El problema, real y trascendente, merece ser atendido.