El desconcierto de los colaboradores directos del presidente regional del PP, José Ramón, tras el contundente desmentido que emitió ayer tarde a las manifestaciones del presidente insular de Mallorca, Jeroni Salom –en las que asegura que la iniciativa de celebración de un congreso extraordinario en septiembre contaba con el visto bueno de Madrid– estaba más que justificado. Los responsables de Génova rebaten, por segunda vez consecutiva, la estrategia de Bauzá para organizar su salida de la dirección balear tras el fracaso electoral del pasado domingo. El enfrentamiento se agrava cuando desde el propio entorno del dirigente autonómico se asegura que éste contaba con el permiso expreso del vicesecretario de Organización de los conservadores, Carlos Floriano, para convocar el cónclave tras el verano.

Ánimos encendidos. Los intentos de Bauzá para acallar las voces críticas en el PP balear, que cuestionaban la veracidad de la convocatoria del congreso extraordinario –hasta en tres ocasiones se le preguntó en la Junta Regional si contaba con el permiso de la dirección estatal para su organización– han resultado fallidos. Rajoy ha abandonado a Bauzá, entre otras razones porque transigir en su petición podía crear un conflicto serio en el seno del Comité Ejecutivo Nacional. No se puede olvidar que Valencia y Aragón, junto con otras comunidades, también proponían un congreso regional para solventar las crisis derivadas de los pésimos resultados que obtuvieron el pasado domingo. Ahora Bauzá ha quedado desarmado para neutralizar el descontento interno de un amplio sector del PP balear.

Dimisión inevitable. El PP de las Islas no está en condiciones de afrontar las próximas elecciones generales con la dirección actual, por eso, ante la negativa de Madrid a la celebración del congreso extraordinario, a Bauzá sólo le queda el camino de la dimisión irrevocable y la constitución de una comisión gestora para dar una salida digna a la situación.