La negociación de los partidos de izquierda con representación en las principales instituciones de Balears –PSOE, Podemos y Més– entra, a partir de los próximos días, en una fase decisiva en la que todas las formaciones están comprometidas a salir del actual encallamiento en el cual se encuentra el proceso de convergencia política. La imperiosa necesidad de establecer principios programáticos para la gestión pública durante los próximos cuatro años lleva aparejada, también, la elección de los máximos responsables del Ajuntament de Palma, el Consell y el Govern. Es en este capítulo donde han aparecido unos escollos que han obligado a interrumpir los contactos al máximo nivel –aunque continúan estos días las diferentes comisiones sectoriales–, circunstancia que ha obligado a los principales actores a tomarse unos días de reflexión antes de encarar la recta final de las conversaciones.

Experiencia y novedades. No es la primera ocasión en que la izquierda balear encara una situación similar, incluso con más dificultades iniciales. Sin embargo, las negociaciones actuales están condicionadas por factores novedosos. El peso de una fuerza emergente, como es el caso de Podemos –Som Palma en Cort–, le otorga un peso muy superior al de otros partidos en casos precedentes. Sin embargo, esta enorme fuerza electoral –la tercera en el conjunto de Balears– llega sin un bagaje previo en la gestión, una falta de experiencia que dificulta el entendimiento con sus eventuales socios: PSOE y Més. Sincronizar los tres partidos está resultando más complicado de lo que cabía suponer, aunque el desalojo del PP sigue siendo su principal objetivo tras el 24-M.

La mirada de Madrid. Aunque se trate de ocultar, los movimientos de todos los partidos en Balears están condicionados por las elecciones generales, cuya convocatoria podría adelantarse al próximo mes de noviembre. Lo que está en juego es la gobernabilidad de las instituciones de las Islas y el bienestar de sus ciudadanos, esa debe ser la única prioridad.