Las tres formaciones de izquierdas a los que la ciudadanía ha otorgado en global amplia mayoría absoluta en el Parlament se hallan inmersas en una tensa negociación para determinar quién presidirá el Govern Balear y el resto de instituciones. El único pacto hasta ahora es el que se ha producido en Cort, con dos alcaldes en cuatro años y un vuelco en las exigencias de Podemos una vez celebrada la ceremonia de proclamación del alcalde. Decidieron a destiempo entrar en el equipo de gobierno. Es sorprendente.

Pensar en la gente. En esta coyuntura tensa, lo más importante es que estas formaciones piensen más en los ciudadanos que en sus intereses de partido o en sus jugadas tácticas. Para eso fueron elegidos. De ellos se demanda voluntad de servicio público y vocación para resolver los problemas de los ciudadanos. Es evidente que esta actual fragmentación del voto obedece al hartazgo que se respiraba por el hecho de que un solo partido, el PP, ocupase anteriormente todo el poder. La gente quiere pactos y diálogo, emblemas de una sociedad democrática. Pero eso exige mucho a quienes están obligados a forjar acuerdos. Requiere altura de miras.

Demasiada tensión. Se vio en Cort el pasado fin de semana por la reacción de Podemos y se está viendo estos días en el conjunto de las negociaciones. Hay demasiada tensión. No parecen existir grandes problemas de fondo en los objetivos y las cuestiones programáticas, pero todo se crispa cuando se habla de cargos. El PSIB aspira a la presidencia del Govern para Fancina Armengol porque es la formación de izquierdas con más diputados, pero Més y Podemos van unidos y su suma supera a los socialistas. Es una coyuntura compleja a tres bandas. Tal vez la más compleja de España. En la Comunidad Valenciana también hay tres partidos, pero en Balears la coalición Més engloba muy diferentes sensibilidades, algunas próximas a Podemos. La mayoría es diferente según el cristal con que se mira.