La propuesta del Govern para declarar reserva marina la zona de Sant Elm, sa Dragonera y es Pantaleu –a la espera de la concreción de sus límites– puede significar un importante revulsivo para la zona. Iniciativas de estas características generan, de inmediato, una corriente de rechazo y preocupación entre los sectores afectados, pero la experiencia demuestra que, al final, la apuesta por la protección medioambiental acaba siendo una buena inversión, tanto en términos ecológicos como económicos. Los ejemplos en Balears son más que evidentes en todos los puntos en los que, con diferentes categorías, se han introducido figuras de preservación del entorno natural.

Actividad pesquera y deportiva. La zona sobre la que se estudia la declaración de reserva marina soporta, en la actualidad, una importante presión pesquera y de la náutica deportiva sin ningún tipo de control. Un acuerdo con los pescadores profesionales que faenan en las inmediaciones de aquella costa mallorquina redundará, sin duda, en una mejora para el medio ambiente, pero también en las capturas. Así ha sucedido en todos los puntos de las Islas en los que se han aplicado normas que regulan las capturas, y más si se amplían con una restricción de los fondeos –ahora incontrolados– de embarcaciones deportivas. La recuperación de estos fondos marinos supondrán un atractivo turístico más para Sant Elm.

El consenso como base. La experiencia ha demostrado que el éxito de las iniciativas de estas características está asegurado desde el primer momento cuando se logra el consenso, el acuerdo, desde el primer momento. Es imprescindible que la Administración, en este caso el Govern y el Ajuntament d’Andratx, coincidan en sus objetivos, pero también lo es que se logre implicar a los distintos sectores afectados, desde los pescadores hasta los clubes náuticos. Proteger el medio ambiente es, en Balears, una apuesta directa de futuro que precisa voluntad, pero también recursos para su gestión.