La presidenta del Govern, Francina Armengol, anunció el miércoles en el Parlament que su gabinete ha bloqueado 50 millones de euros para pagar nóminas. Armengol se queja de la herencia recibida por parte del Govern de Bauzá y lamenta ahora que no tiene dinero ni para abonar las nóminas a los empleados. Además, Armengol ha aprovechado su presencia en el arranque del curso político para explicar el alcance de la deuda, que casi alcanza los 9.000 millones de euros.

Los números. Está bien que Francina Armengol haya llegado a la presidencia del Govern por muchos motivos. En primer lugar, porque así la dirigente socialista tendrá la oportunidad de ver, de comprobar, que no queda otra solución que contener gastos por parte de la administración. Aquel discurso de incrementar el gasto que ella utilizaba desde la oposición era irresponsable y alejado de la realidad. Hoy por hoy las administraciones deben ajustarse el cinturón porque lo contrario supone o más endeudamiento o incrementar los impuestos. De hecho, el actual Govern ya anunciado que creará más tributos, precisamente los que criticaba Armengol cuando Bauzá los planteó hace ya varios años.

Demagogia con la deuda. Al margen del baño de realidad de Armengol respecto a la deuda, sorprende que la presidenta del Govern utilice la deuda de la comunitat para atacar la gestión del PP. Si no había ingresos y había que pagar facturas pendientes, ¿cómo podía hacerlo el anterior Govern sin incrementar el endeudamiento?, ¿no hubiera aumentado mucho más la deuda financiera si el anterior gabinete autonómico hubiese gastado todo lo que pedía Armengol desde la oposición? Sin duda, gobernar supone, en la mayoría de ocasiones, ver la realidad, sencillamente que dos más dos son cuatro. Lo preocupante es que se vuelva a la política del despilfarro y, sobre todo, que la única solución sea incrementar impuestos para que, al final, lo paguen todos los ciudadanos de Balears. Éste no es el camino. Y tampoco crear alarmismo con las nóminas de los funcionarios.