El pleno del Parlament finiquitó la Llei de Símbols con toda la izquierda y el PI haciendo piña, la abstención de Ciudadanos y la desbandada del PP, cuyos diputados se fueron sin votar, al rechazar los progresistas un acuerdo para hacer una nueva ley. Es sorprendente la postura de los populares. Primero proponen cambiar la ley, señal clara de que no les gustaba la que impuso Bauzá. Después se largaron de la Cámara como si huyesen de la peste. Quedó claro que esta norma, que levantó a la comudidad educativa, era un capricho de José Ramón Bauzá, ahora senador y gran ausente ayer en el Parlament.

Las contradicciones del PP. Los populares saben que la política lingüística, educativa y cultural de Bauzá fue el factor determinante de su derrota el 24-M, con la pérdida de quince diputados. Prueba de ello es que pensaban abstenerse en la votación de ayer por petición expresa de los regionalistas del PP. Hasta el exvicepresidente Gómez, abanderado de esta ley en la pasada legislatura, se había sumado a la abstención. Pero el lunes y através de la Red, el ala más derechista del PP, muy distanciada de los regionalistas, incrementó su protesta. Aún quieren Llei de Símbols. Para contentar a sus dos corrientes, la cúpula acordó abandonar la Cámara, una medida que sólo se toma en casos extremos. El fantasma de Bauzá y su búsqueda del choque directo pesa en el seno de su partido, aunque ya se ha ido a Madrid de senador.

Fiesta de la izquierda. La izquierda convirtió la derogación en una fiesta. Hubo baile en la calle, en el que participaron la presidenta Armengol y el vicepresidente Barceló. Era el reconocimiento a lo fácil que se lo puso Bauzá al enfrentarse al mundo docente. Jamás se había vivido en Balears una conjunción de fuerzas sociales tan fuerte en contra de un Govern autonómico. Ahora el PP se desmarca como puede, incluso con una vistosa escapada. Formalmente fue un desprecio a la izquierda. En realidad huyen de la sombra de Bauzá, que les dejó marcados y desorientados.