El exgerente del Partido Popular Fernando Areal confesó ayer ante el juez que realizó pagos en negro para financiar la campaña electoral de 2007, cuando su cuñado, Jaume Matas, era el presidente regional de los conservadores y concurría a los comicios como cabeza de lista. La admisión del delito electoral de Areal, que tenía por objeto falsear las cuentas para no superar los topes de gasto fijados para la campaña, le ha permitido reducir la pena a un año y medio de cárcel frente a los tres que solicitaba la Fiscalía y, de ese modo, evitar el ingreso en prisión, aunque el relato abre numerosos interrogantes sobre las fuentes de financiación del PP balear.

El origen del dinero. La sentencia sobre una de las piezas del caso Palma Arena confirma unos hechos sobre los que apenas se albergaban dudas, como era el abono en 'b' de parte de la campaña de 2007; tal y como quedó acreditado en el registro de una agencia de publicidad. Sin embargo, Fernando Areal no ha detallado de dónde procedía ese dinero opaco del que disponía el Partido Popular de Balears, quién o quiénes realizaron aportaciones irregularas a las arcas de los conservadores. Tampoco ha aclarado si esta situación era conocida por la entonces cúpula del partido, dirigida por Matas. La gravedad de la confesión del exgerente del PP exige profundizar en una investigación que ha quedado inconclusa en esta pieza del caso Palma Arena.

Falta de control. Conviene recordar ahora que el principal argumento de la defensa del PP era que su contabilidad había superado sin inconvenientes todos los controles del Tribunal de Cuentas, organismo que, justo es reconocerlo, no advirtió ninguna irregularidad en la documentación electoral aportada. Es la prueba de que los sistemas de control sobre la financiación de los partidos políticos, todos sin excepción, fallan de manera estrepitosa. El problema es grave, entre otras razones porque supone admitir que no todas las formaciones concurren en igualdad de condiciones a unas elecciones.