El aeropuerto de es Codolar, unido al de Son Sant Joan, en Mallorca, es una extraordinaria fuente de ingresos para AENA. En sólo tres años la red balear ha generado más 520 millones de beneficios, cinco veces más de lo que esta empresa ha invertido en sus instalaciones. Es lógica la preocupación del Govern balear porque una riqueza que se genera en el Archipiélago se reinvierte luego en otras partes. Tal situación viene a sumar más leña al fuego del expolio fiscal que padece Balears.

Capacidad de presión. Los aeropuertos baleares llevan más de medio siglo aportando pingües beneficios que luego Madrid reparte a su antojo en la Península. El proceso de semiprivatización de AENA no ha aportado soluciones a la situación de desventaja isleña. La realidad es que mientras el dinero se marcha, Balears sostiene unas instituciones autonómicas endeudadas hasta las cejas y con una mínima capacidad de inversión. La sociedad balear paga muy cara su prácticamente nula capacidad de presión sobre el poder central, que hace y deshace a su antojo en las Islas. Sólo parece preocuparse por los que se desgañitan, protestan, hacen mucho ruido y despliegan banderas independentistas. Los pacíficos y sumisos baleares, ni tienen peso ni preocupan.

Cogestión, sueño frustrado. Hace cerca de veinte años que diferentes Governs autonómicos han intentado movimientos para conseguir formar parte de los órganos de gestión de los aeropuertos. Ha resultado imposible. Madrid se ha negado en banda. Es sencillo entender la causa. Son instalaciones que generan tanto dinero para el poder central que es lógico que no quiera compartirlo.Lo patético es que Balears está cada vez más ahogada. Sus instituciones se las ven y desean para funcionar atendiendo únicamente a los gastos corrientes. Mientras, Madrid da órdenes tajantes al autogobierno para que ajuste su presupuesto mientras con la otra mano se lleva todo el dinero que puede. Urge reaccionar. El pueblo balear ha de hacer piña. Nos toman por tontos.