El presidente de Francia, François Hollande, ha iniciado un periplo internacional con los principales líderes occidentales para formalizar una gran coalición contra el Estado Islámico, cuna del yihadismo más feroz. El mandatario galo ha mantenido contactos con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y en los próximos días figuran en su agenda reuniones con los dirigentes de Alemania, Italia, China y Rusia, además de la que ya mantuvo con el premier británico, David Cameron. La propuesta de Hollande es conformar una estrategia conjunta para neutralizar la amenaza del terrorismo yihadista que provocó la masacre de París y mantiene en alerta a la mayoría de los países europeos.

Compromiso complicado. La iniciativa de Francia, enturbiada por el derribo ayer de un avión ruso en la frontera entre Siria y Turquía, tendrá complicado vencer las reticencias que sobre la zona mantiene Estados Unidos por sus discrepancias con Rusia en el modo de intervenir en el conflicto sirio. Estructurar una coalición internacional en las actuales condiciones se antoja una tarea compleja, aunque el presidente galo se ve en la obligación de responder sobre el terreno –ya ha lanzado varios ataques sobre enclaves controlados por el Estados Islámico–. Tras el fracaso de las operaciones en Irak, del año 2004, ningún aliado occidental –un frente en el que no figura España por el momento– está dispuesto a comprometer fuerzas militares en un ataque terrestre al EI.

Respuesta global. Es un error equiparar la situación actual a la invasión de Irak de 2004, el Estado Islámico es terrorismo puro y duro y su contención requiere, con total probabilidad, acciones militares. Sin embargo, ello no debe suponer coordinar acciones políticas y humanitarias para desactivar un fenómeno –el yihadismo– creciente. En esta estrategia es imprescindible contar con la colaboración del mundo musulmán, que hasta el momento permanece ajeno a su compromiso en la lucha contra los radicales.