La agresión de que fue objeto el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, por parte de un joven de 17 años durante un paseo electoral por la ciudad de Pontevedra es deleznable. El acto, del que todavía se desconocen los motivos, merece la condena unánime. La violencia no puede tener cabida en la escena política de nuestro país, aunque en este caso, cuando apenas faltan setenta y dos horas para el final de la campaña, adquiere una significación especial. El puñetazo de anoche no es, por desgracia, una desgraciada anécdota; supone la expresión del grado de tensión con la que se vive en la calle la confrontación electoral del 20-D.

Ataque directo. Nunca en la reciente historia democrática de España se había producido un ataque físico tan grave como el ocurrido contra Rajoy en Pontevedra, el vídeo del momento muestra la violencia con la que el joven –al parecer un ‘ultra’ seguidor del equipo de fútbol de la capital gallega– agrede al presidente. Apenas habían pasado cuarenta y ocho horas del agrio debate entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, un cara a cara televisivo en el que ambos candidatos mantuvieron un enfrentamiento bronco en el que el socialista calificó de «indecente» al conservador a cuenta de la corrupción. Resulta inevitable conectar este clima de pugna política de los dos líderes con lo ocurrido durante el paseo electoral del candidato del PP.

Efecto electoral. Es todavía una incógnita si este brutal puñetazo al rostro de Rajoy, que él mismo trató de minimizar, tendrá un efecto electoral. Sin embargo, en las redes sociales era perceptible la reacción de quienes responsabilizaban, al menos en su origen, al candidato socialista, Pedro Sánchez, del comportamiento, totalmente censurable, del joven agresor. Los improperios que le dedicó al presidente durante el debate del pasado lunes en nada han contribuido a mantener un clima sosegado durante esta campaña electoral que finalizará el próximo domingo.