Por un estrecho margen de votos (cuatro), el Consell Polític de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP) y su Grup d’Acció Parlamentària acordaron ayer rechazar la investidura de Artur Mas como presidente de la Generalitat. La decisión, tomada al límite legal -el plazo expira el próximo día 10-, supone la obligada convocatoria de nuevas elecciones en Catalunya para el próximo mes de marzo o la negociación urgente de un nuevo candidato a propuesta de Junts pel Sí. Lo ocurrido abre numerosas incógnitas sobre el futuro político del proceso independentista en el que se había embarcado la sociedad catalana, algunos de cuyos líderes no ocultaban ayer su decepción y rechazo por la postura adoptada por la CUP.

Minoría decisiva. Tras las elecciones autonómicas del pasado 27 de septiembre, los 10 diputados de la CUP eran indispensables para lograr la mayoría legal para investir a Mas como presidente. Incluso hubiera sido suficiente la abstención de dos de sus integrantes. Durante estos tres meses se ha evidenciado que para Junts pel Sí la continuidad de Artur Mas al frente de la Generalitat era un objetivo irrenunciable, a pesar de que éste ocupaba la cuarta plaza de una lista que encabezaba Raül Romeva. A medida que pasaba el tiempo las divergencias entre ambos grupos se hacían más evidentes por la intransigencia, precisamente, respecto a la figura del presidente, un debate que ha sido determinante para la solución final; en la CUP se ha impuesto el rechazo a Mas frente al peligro de división del bloque por la independencia de Catalunya.

Impacto electoral. Mientras queda por saber si Mas cede y renuncia a su investidura, maniobra que supondrá admitir la exigencia inicial de la CUP, la vía de una nueva convocatoria de elecciones deja la puerta abierta a la reinterpretación de los resultados del 27-S. ¿De qué manera reaccionarán los catalanes? Es la gran incógnita que en estos momentos planea sobre la Generalitat hasta el próximo mes de marzo. La CUP ha forzado la búsqueda de un nuevo líder del soberanismo catalán, una apuesta arriesgada que vuelve a dar voz a la sociedad catalana y de la no hay que descartar que pueda ser el preludio de lo que ocurra en el conjunto de España.