La respuesta contundente de la presidenta Armengol al tachar de «irresponsable» a Mariano Rajoy por haber criticado la reimplantación de la ecotasa que promueve el Executiu balear muestra a las claras que no hay marcha atrás en esta iniciativa y que el impuesto turístico será una realidad esta legislatura. Armengol ha recordado también que Rajoy subió el IVA turístico y que prácticamente no ha hecho nada por mejorar la conectividad áerea con el Archipiélago. Rajoy protesta pero no tiene bagaje en el que sedimentar sus argumentos. Moncloa ha impuesto recortes y no ha dejado otro camino a los baleares.

Una larga y dura pugna. El pulso entre el la izquierda balear y el PP por la ecotasa viene de lejos. En la legislatura 1999-2003 el Govern Antich ya la puso en marcha, pero entre una feroz oposición de los populares, que tenían a Aznar como presidente en Madrid. Tan erizada fue la pelea que incluso desde la capital se pregonó que Balears perdía clientes. Entonces buena parte del sector hotelero se puso del lado del PP, lo que se tradujo en una tensa campaña electoral y en la victoria de Matas. Pero la dinámica política ha dado un giro copernicano desde aquellos tiempos no tan lejanos.

Mayor comprensión. El error de Rajoy al embestir de nuevo la ecotasa, y precisamente ahora en que se tambalea como aspirante a revalidar el cargo de presidente del Gobierno, es que la coyuntura actual es muy diferente a la de hace tres lustros. Los hoteleros han comprendido que el conjunto de la oferta turística y la imagen de Balears en el exterior avanzan de manera más sólida cuando hay capacidad para acometer inversiones públicas que beneficien al turismo. Y para eso hace falta un dinero que en los últimos años no ha llegado de Madrid. Desde Moncloa únicamente se han escuchado exigencias de austeridad, de trabas, sin hacer el más mínimo esfuerzo para mejorar la financiación autonómica. Es la hora de la ecotasa para que Balears mantenga su liderazgo como destino de masas único y envidiado.