El Consell d’Eivissa ha iniciado una serie de consultas para conocer la opinión de los ciudadanos sobre la carretera de Santa Eulària. El jueves, la institución insular convocó una reunión donde, para finalizar, los asistentes pudieron votar si querían o no el nuevo proyecto viario. Durante varios días, el Consell negaba que se pudiese votar y aseguraba que serían tan solo encuestas para, al final del proceso, mantener el actual proyecto. No había motivo para la preocupación. El propio Vicent Torres y Viviana de Sans corroboraban esta versión. Dijesen lo que dijesen los ciudadanos, el proyecto seguiría adelante.

Contradicción. Sin embargo, el jueves sí se produjo una votación y al día siguiente, en el pleno del Consell, los dos partidos de gobierno no pudieron concretar si la consulta tendría alguna utilidad. Viviana de Sans prefirió hablar de las rondas construidas por el PP y de la corrupción de los populares en Valencia. El mensaje de transparencia que vende este nuevo gobierno se ha quedado mudo ante una iniciativa errática, sin ningún sentido, con el único objetivo, al parecer, de contentar a algunos dirigentes de Podemos.

Democracia. Votar es positivo. Votar para que nada cambie es una tomadura de pelo. Democracia es escuchar a los ciudadanos, pero algunos miembros del gobierno insular parecen olvidar que el proyecto de la carretera de Santa Eulària ha pasado por una exposición pública y cualquier ciudadano o entidad ha podido plantear y sugerir modificaciones. Pretender vender ahora que colocar una urna tras una reunión es la gran fiesta de la democracia es tomar por tontos a los ciudadanos. Lo que menos se entiende es que el PSOE acepte entrar en este juego, y que la institución insular se gaste ahora 6.000 euros para hacer encuestas sin ninguna utilidad mientras cada día, y en verano especialmente, los ciudadanos tienen que padecer una carretera que no está a la altura de la imagen de modernidad que intenta transmitir esta isla.