Apenas veinticinco minutos duró el encuentro entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, una entrevista que sólo sirvió para constatar la incompatibilidad para la obtención de apoyos mutuos en una hipotética investidura. No habrá, por tanto, el reclamado pacto a tres –PP, Ciudadanos y PSOE–, circunstancia que acota las posibilidades del líder socialista para llegar a presidir el Gobierno: el pacto con las fuerzas de izquierda, encabezadas por Podemos. No hay otra opción, que en el caso de fracasar forzará una nueva convocatoria electoral, pero para eso tiene que celebrarse una sesión de investidura, lo que irremediablemente también supondrá un desgaste político para quién lo protagonice. Deben pasar dos meses entre la primera sesión de investidura y la convocatoria de las nuevas elecciones.

El PP, paralizado. Rajoy ha contagiado su parálisis al resto del Partido Popular, formación de la que ninguno de sus dirigentes es capaz de presentar una salida que le permita sumar los votos necesarios frente al veto del PSOE. Ninguna alternativa para desbloquear la situación, incluso de la ofrecer el sacrificio personal de su líder. Un paso atrás de Rajoy, salpicado por los escándalos de corrupción de los últimos años de su partido, darían alguna esperanza a los populares. En este caso, hay que mirar a Cataluña. La renuncia de Artur Mas permitió un acuerdo y evitó unas nuevas elecciones. Debería ser un ejemplo para la actual situación política en España. Pero el PP sólo confía en el fracaso de Sánchez como única vía para salir del atasco político en el que se encuentra. Plantear el frente constitucionalista –PP, C’s y PSOE– que tanto defiende Rajoy garantiza la perpetuación del conflicto territorial con Catalunya, uno de los temas que requiere una solución urgente con un nuevo marco constitucional.

Acuerdos estables. Descartado el entendimiento entre PP y PSOE, Pedro sánchez debe acelerar la dinámica de las negociaciones y presentar, cuanto antes, un acuerdo que posibilite y investidura y la formación de un nuevo Gobierno para España. Objetivos claros y definidos en materia política y económica, lealtad entre los socios y proyección de responsabilidad en los compromisos internacionales son principios básicos que deben sustentar el futuro pacto de gobernabilidad. El dirigente socialista no lo tiene fácil, los intereses partidistas y la presión mediática no facilitan, en absoluto, el acuerdo. Resolver la situación con una nueva convocatoria electoral supondrá la constatación del fracaso de toda la clase política española en un momento clave. Y, sobre todo, Sánchez debe crear un clima de estabilidad económica y no lanzarse a los brazos de un Podemos con objetivos poco claros.