La apabullante derrota del socialista Pedro Sánchez en la primera votación para la investidura como presidente del Gobierno, 130 votos a favor frente a 219 en contra y una abstención, define la inviabilidad de la alianza suscrita entre PSOE y Ciudadanos con la que pretendía alcanzar el cargo. El tono bronco de la sesión permite augurar un resultado similar en la votación de mañana, las distancias personales entre los diferentes líderes requieren de un sereno período de reflexión para tratar de limar las múltiples diferencias –más estratégicas que ideológicas– que separan al PP, Ciudadanos, PSOE, Podemos y Unidad Popular. Si embargo, es inevitable recordar que junto con las fuerzas estatales cualquier acuerdo requiere de la participación, inevitable, de las formaciones nacionalistas.

La incógnita continúa. Los continuos reproches entre el PSOE y Podemos plantean serias dificultades a un posible acuerdo de la izquierda en el transcurso de la próxima semana, una senda que desactiva el pacto entre el PSOE y C’s al que no se ha querido sumar el PP. El endiablado resultado de los comicios del 20-D prolonga una situación de incertidumbre que puede acabar provocando hartazgo en la sociedad española, que contempla con preocupación la manifiesta incapacidad de las fuerzas políticas –en los dos bandos ideológicos– de encontrar áreas de acuerdo en temas que requieren soluciones urgentes. En materia económica y de asistencia social, pero también en la organización territorial del Estado.

Reflexión inevitable. A partir de la próxima semana se abre un necesario proceso de reflexión de todas las fuerzas con representación en el Congreso, se abre un período de contactos y sondeos sobre las posibilidades de construir un nuevo pacto –esta vez con las fuerzas de izquierda– que logre desatascar la investidura, aunque para ello serán precisas importantes concesiones. De lo contrario, la convocatoria de unas nuevas elecciones es una opción que no puede descartarse.