Las ayudas sociales de Càritas para la vivienda ocupan el segundo lugar en las prestaciones que ofrece esta organización vinculada a la Iglesia católica. Para cubrir este área de acción se destinan 250.000 euros que benefician una demanda de 1.144 usuarios. Durante los últimos años, entre 2011 y 2015, se ha incrementado hasta un 143 por ciento el número de solicitudes atendidas, dato que diluye el impacto real en la sociedad de los grandes indicadores económicos. Todo indica que se está produciendo una preocupante cronificación de la emergencia social en Balears, una tendencia que requiere de acciones globales que van más allá de los canales directos que pueden ofrecer las ONG como Càritas.

La crisis real. La mejoría de la situación económica, todavía muy incipiente e inestable, no está alcanzando a las capas más débiles de la sociedad que reclaman apoyos eficientes para poder mantener o acceder a una vivienda digna. Los datos ofrecidos por Càritas, referidos al ejercicio del 2015, advierten que la vivienda es la segunda línea en importancia de las ayudas que se prestan cada año. La recesión está dejando un reguero de consecuencias que están arraigando profundamente en nuestra sociedad, rebasando las necesidades más básicas de alimentación y vestimenta por otras más complejas: el mantenimiento y acceso a una vivienda o superar la llamada pobreza energética, por ejemplo.

Compromiso transversal. La memoria de Càritas es un aldabonazo que podrían compartir otras organizaciones similares que trabajan en la problemática real en la que viven, cada día, miles de personas en nuestras Islas. Plantear soluciones al problema quizá sea utópico pero es preciso generar dinámicas de trabajo transversal y coordinado para elaborar planes de auténtico rescate de todas estas personas a las que la crisis ha dejado tiradas en la cuneta. El balance que ofrece Càritas, una entidad de solvencia contrastada, no puede quedar en una mera descripción. Hace falta reaccionar.