Falta ya muy poco tiempo antes de que se agote el plazo para poder formar Gobierno. Apenas esta semana y la próxima, con el Rey Felipe preparado para recibir la ultimas ofertas o convocar nuevas elecciones para finales de junio. Esta era la opción preferida por Mariano Rajoy, consciente de que con la actual correlación de fuerzas está aislado. Pero el escándalo del exministro José Manuel Soria puede haber trastocado perspectivas y estrategias. No tanto porque fuese sorprendido con una antigua sociedad en Panamá, sino por lo mal que se gestionó esta crisis por parte de Soria y de Rajoy, con tres agónicos días de constantes contradicciones y mentiras del todavía ministro que debilitaron a su propio presidente en funciones, incapaz de reaccionar desde el primer momento.

Desprestigio. Este caso ha supuesto un evidente golpe para Rajoy. Ahora no está tan claro que una nueva convocatoria electoral pueda beneficiarle. De la misma manera, al aclararse un tanto el panorama para PSOE y Podemos (salvo que haya nuevos escándalos) tal vez estén más interesados en unos nuevos comicios que en forzar un pacto in extremis de izquierdas con los nacionalistas vascos y catalanes. Ven tan desfondado al PP que es posible que prefieran las urnas para crecer. Lo mismo puede decirse de Ciudadanos, potencial gran beneficiario de una nueva caída del PP.

Moncloa, desbordada. El caso Soria, que ha llegado después del caos del PP valenciano y en paralelo a la detención del alcalde de Granada, ofrece la imagen de un Rajoy y su partido superados por los acontecimientos y sin capacidad de respuesta. El presidente en funciones declinó la oferta del Rey de intentar formar Gobierno. Sabía que no podía lograrlo con 123 diputados, pero era inteligente su apuesta para que se quemasen los otros partidos en un pacto imposible . Después Rajoy tenía pensado salir a la palestra como la única solución salvadora en unos nuevos comicios. Pero los escándalos le han roto la estrategia.