El presidente de la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont, ha anunciado que en agosto presentará una cuestión de confianza para saber si tiene el apoyo suficiente para seguir gobernando. Esta decisión se produce tras el anuncio de la CUP, el partido antisistema catalán, de no aprobar los presupuestos. Sin el apoyo de la CUP, Puigdemont está en minoría y no puede seguir gobernando, pero aún así presenta una cuestión de confianza antes de convocar nuevas elecciones. Sin duda, el panorama político en Catalunya resulta preocupante. La situación económica de la Generalitat es de quiebra absoluta y la situación política, dramática.

Otros casos. El caso de Puigdemont sirve para analizar otras coyunturas políticas mucho más cercanas. En Eivissa, por ejemplo, el PSOE decidió pactar con Podemos-Guanyem en el Consell d’Eivissa. Ya se han producido momentos tensos en el gobierno, pero es probable que la situación se complique en función de los próximos resultados electorales. Si Podemos supera al PSOE en votos en Eivissa, algo bastante probable, los podemitas buscarán su propio perfil político en el Consell y tensarán la cuerda al máximo. Seguro que Vicent Torres ya es consciente de esta amenaza.

Balears. El mismo ejemplo de Torres puede aplicarse a Armengol. Le quedan, como a Torres, tres años de legislatura que no serán nada fáciles. Si Podemos también supera al PSOE, la inestabilidad política se trasladará al Parlament. No es nada improbable que Armengol pierda los apoyos parlamentarios. Y así empezarán los problemas. Habría que preguntarse si vale la pena gobernar a cualquier precio con partidos que piensan más en elecciones y en el poder, mucho más que en la gestión. A diferencia de lo que ha pasado en Balears en alguna ocasión (Antich en 2010, por ejemplo) Puigdemont sí entiende que sin presupuestos solo le queda el camino de presentar la cuestión de confianza. En eso sí ha demostrado valentía, pero sigue siendo un error gobernar al precio que sea porque, al final, el desgaste es demasiado alto. Y los ciudadanos son los que pagan las consecuencias de la inestabilidad política. Esperemos que los políticos de las Islas tomen ejemplo de la situación que está viviendo Puigdemont.