Un año después de su constitución ya puede calibrarse si se han producido cambios sustanciales en la gestión del Consell d’Eivissa. En este tiempo se han hecho cosas bien y cosas mal, como en todos los gobiernos, pero sin duda alguna el aspecto más negativo es la imagen de desunión que se ha producido a nivel interno, una desunión que tuvo su punto álgido el día que se aprobó el Plan de Carreteras. Ese día, el plan salió adelante gracias al voto a favor del PP, mal síntoma para un gobierno de coalición.

Nueva política. La llegada al poder de Podemos había generado muchas expectativas entre una parte importante de la sociedad. E ilusión. Pero esos cambios deben canalizarse en la gestión, hacer cosas diferentes a los partidos que han gobernado hasta ahora. Evidentemente, Podemos-Guanyem no ha cumplido ni mucho menos con las expectativas. Su política se basa en los gestos, pero los ciudadanos quieren hechos, que se solucionen sus problemas. El mayor ejemplo es Cas Serres. Los trabajadores se sienten defraudados con esta nueva etapa. Y el Consell lanza las culpas al Govern y a la falta de presupuesto. No hace falta recordar el lamentable episodio de las cabras de es Vedrà y la mala gestión protagonizada por Miquel Vericad, que tuvo como resultado una manifestación y una denuncia en los juzgados.

Moderación. Entre los aspectos a destacar de la gestión del Consell está en posicionarse a favor del turismo cuando se repiten voces sobre la necesidad de limitar el número de turistas. Torres es contundente al respecto. No ve necesario limitar turistas, un mensaje que posiblemente va en contra de la postura de sus socios. Pero lo importante en este año es la imagen de moderación que transmite el presidente del Consell y algunos de sus consellers. Esperemos que mantenga el temple ante los previsibles desmarques de sus socios.