El comité ejecutivo regional del Partido Popular aprobó ayer una importante renovación de sus cargos e integrantes de los órganos de dirección, una propuesta de su presidente, Miquel Vidal, que trata de zanjar la crisis abierta tras la dimisión forzada de José María Rodríguez, hasta ahora todopoderoso dirigente de la junta territorial de Palma, la más importante de las Islas. La designación de Miquel Sagreras, alcalde de Campos, como nuevo secretario general del PP balear es el cambio más trascendente de un equipo en el que Vidal ha querido incorporar a representantes de todas las sensibilidades y corrientes que conviven en el PP balear.

Recuperar la cohesión. La nueva configuración que sale tras la reunión de ayer trata de dibujar un perfil diferente en el PP de Balears, en especial en lo que se refiere a lograr un espíritu de unidad interna que había desaparecido durante el mandato de José Ramón Bauzá. De hecho, durante el último año, Miquel Vidal se ha visto en la obligación de gestionar el partido con los equipos y estructuras que heredó de Bauzá. Aunando las diferentes tendencias, el presidente regional del PP pretende ofrecer un perfil propio, más basado en el diálogo y el pacto que finalizará con la convocatoria del próximo congreso regional a finales de este año o durante el primer trimestre de 2017, según el calendario que se imponga desde la dirección estatal.

Una renovación necesaria. El PP balear, bajo la dirección de Miquel Vidal, acomete unos cambios imprescindibles, tanto para resolver los problemas internos que le acucian –algunos derivados de procesos judiciales todavía abiertos– como para encarar un nuevo rumbo que le permita recuperar la conexión con la sociedad balear que tuvo años atrás y que Bauzá dinamitó. La tarea que inician Vidal y sus colaboradores no es sencilla, pero es un reto que se antoja imprescindible para un amplio sector de la ciudadanía si el partido de Rajoy quiere volver a gobernar en las Islas.