Hay muchas voces en el PSOE que insisten en la famosa frase «No es no» sobre la investidura de Rajoy. Entre ellos, el alcalde de Vila, Rafel Ruiz, y la mayor parte de los dirigentes socialistas que expresan esta postura en las redes sociales. Es una posición respetable, por supuesto, pero, como ha planteado el propio Alfonso Guerra, contradictoria. Porque, como dijo el exvicepresidente socialista, es contradictorio decir que no se piensa facilitar la investidura de Rajoy y, a la vez, intentar evitar unas terceras elecciones. Quizás ahora el PSOE ha iniciado un juego político, una estrategia, para acabar facilitando la investidura de Rajoy, pero está claro que muchos dirigentes socialistas no son nada partidarios de dar el gobierno al PP y que en el fondo preferirían nuevas elecciones.

Hacer política desde la oposición. No siempre la mejor política se hace desde el Gobierno. El poder atrae como un imán y cualquier partido que se presenta a unas elcciones quiere gobernar. Por eso se presentó Pedro Sánchez a las elecciones, pero los resultados resultaron un verdadero varapalo para los socialistas. Aún resulta difícil de entender que Sánchez no presentase su dimisión la misma noche de las elecciones al cosechar el peor resultado de la historia del PSOE. Que no hubiera ‘sorpasso’ es un consuelo menor porque la evolución de los socialistas es para estar muy preocupados. Por lo tanto, unas terceras elecciones es un riesgo demasiado alto que el PSOE no se puede permitir de ninguna manera. Estratégicamente, el PSOE debería buscar una excusa para facilitar la investidura de Rajoy, crear estabilidad política, y hacer política constructiva desde la oposición. Los electores suelen premiar a los partidos que actúan con sentido de Estado y al PSOE, en su historia reciente, le ha faltado hacer más política de Estado.

Dejar gobernar. En estos momentos se abre un escenario de acuerdos, de consensos, que PP, PSOE y Ciudadanos se pongan de acuerdo para hacer las reformas necesarias para seguir avanzando. Y para ello el PSOE tiene un papel clave. Los socialistas no pueden permitirse unas terceras elecciones porque previsiblemente o perderían votos o, simplemente, se quedarían como están. Y tampoco están en condiciones de hacer más experimentos electorales.