A finales del mes de julio el conseller balear de Medi Ambient, Vicenç Vidal, se subió a un avión para viajar a Eivissa y anunciar que en un plazo de quince días los núcleos de Sant Jordi, sa Carroca y Platja d’en Bossa recibirían la tan esperada agua procedente de la desaladora de Vila. Vidal se hizo la correspondiente foto de rigor con el alcalde de Sant Josep y el presidente del Consell d’Eivissa. Más de cuarenta días después, los vecinos de estas zonas continúan esperando. Al igual que los vecinos y los propietarios de los establecimientos de Cala Tarida, que no entienden cómo a estas alturas de la película su depuradora no está en marcha por carecer de fluido eléctrico.

Largo plazo. Durante los últimos meses hemos oído hablar a los actuales dirigentes que el principal problema que tiene la isla de Eivissa es la falta de infraestructuras hídricas, tanto de suministro de agua como de depuración. Una situación a la que se ha llegado por culpa de la poca preocupación que mostraron nuestras autoridades, acostumbradas a no ver más allá de las próximas elecciones, cuando en estos asuntos se necesita una visión a largo plazo. Una virtud poco frecuente en los políticos de ahora, más preocupados en conseguir resultados inmediatos que en planificar el futuro de los ciudadanos que los han elegido. De ahí que en esta isla haya problemas eternos y que parece nunca tendrán solución, como el del agua.

Soluciones a cámara lenta. Y lo que definitivamente no entiende la gente es que una vez detectado el problema, las soluciones lleguen a cuentagotas. Eivissa presume en las ferias internacionales de turismo de ser un destino de primer orden mundial, mientras por los grifos de las viviendas sale agua más salada que la del mar. Si bien es cierto que la crisis económica paralizó muchas de las inversiones públicas relacionadas con estas infraestructuras hídricas, como la interconexión de las tres desaladoras, las instituciones públicas no han sabido estar a la altura a la hora de ofrecer soluciones. La dimensión del problema del agua en la isla es de tal magnitud, que gran parte de los esfuerzos deberían de estar encaminados a solucionarlo de manera urgente.