Aunque al Govern balear y a algunos otros políticos insulares les pese, las cabras de es Vedrà siguen vivas. La Conselleria de Medi Ambient montó una cacería a principios de año para acabar con estos mamíferos que habitaban el islote desde hace décadas sin tener en cuenta la idiosincrasia que estos animales tenían, y siguen teniendo, para los ibicencos. Y así les fue: una manifestación multitudinaria y una denuncia en los juzgados.

Arrogancia y alevosía. Pocos son los que dudan de que la presencia de estos mamíferos era muy perjudicial para la flora de es Vedrà y que, por lo tanto, su traslado era más que necesario. Lo que sí fue y sigue siendo muy cuestionable fueron las formas empleadas por Medi Ambient. La por entonces directora general de Espais Naturals i Biodiversitat, Caterina Amengual, ni tan siquiera se tomó la molestia de avisar al alcalde de Sant Josep ni al Consell d’Eivissa de que sus ‘matones’ iban a desembarcar en el islote para eliminar a las cabras a tiros. Además, lo hicieron disparando una munición que difícilmente las mató en el acto, ahorrándoles un sufrimiento innecesario. ¿Por qué se descartó la ayuda de los vedraners, acostumbrados a llevarse a los chivos de es Vedrà sin necesidad de quitarles la vida? ¿Por qué se asegura a los medios que todos los animales han sido eliminados cuando no era cierto? ¿Por qué se tacha de ignorantes a los que hubieran preferido utilizar otro método menos cruel con las cabras para salvaguardar los endemismos del islote? Porque desde el Govern se actuó arrogancia y alevosía.

Los ‘vedraners’, duros de pelar. Los propietarios de es Vedrà, los vedraners, están molestos con el Govern, que no contó con ellos para nada. Ahora tienen la esperanza de que el pequeño rebaño que todavía sigue vivo en es islote tenga descendencia y poder continuar con su centenaria tradición. Y a Medi Ambient no le quedará más remedio que tender puentes y volver a establecer lazos con este colectivo tan singular.