Pedro Sánchez ha cometido un error de principiante al acudir el día después de la investidura a un programa de televisión nacional para despotricar contra el sistema político, empresarial y mediático, al que ha responsabilizado de su dimisión como líder del PSOE. Sánchez, más allá de su enternecedora comparecencia en rueda de prensa para anunciar la dimisión, se ha enterrado políticamente. Pero, además, ha mostrado públicamente sus múltiples contradicciones.

Errores de principiante. El exlíder socialista ha dejado claro en apenas unos días los motivos por los cuales la mayoría del Comité Federal del PSOE se enfrentó a él hace aproximadamente un mes. En primer lugar hay que recordar que cuando defiende un posible pacto con Podemos debe pensar que los ciudadanos han olvidado que en la anterior legislatura pactó con Ciudadanos y rechazó un acuerdo con la formación morada. Debe creer, además, que existe un olvido colectivo y que nadie recuerda que también rechazó pactar con los partidos que defienden la secesión del país.

Sánchez se podemiza. Sin duda, el exlíder socialista ha demostrado con sus últimas actuaciones y declaraciones públicas estar más cerca de Podemos que de su propio partido, un PSOE que ha defendido históricamente unos principios socialdemócratas y que ha sido clave en el progreso de este país. Seguir por la senda de Podemos es un error estratégico que llevaría al PSOE al desastre total y absoluto, algo de lo que previsiblemente se dieron cuenta los miembros del Comité Federal cuando forzaron la salida del dirigente socialista. Cuesta creer que los socialistas pitiusos se puedan unir al proyecto que dice Pedro Sánchez que quiere llevar por todos los pueblos de España. Para ese proyecto ya existe Podemos. No hace falta malos imitadores. Un líder político con aspiraciones debe mantener el temple en todo momento, pero lo más llamativo es que Sánchez se queje de la falta de ayuda del diario El País, un periódico que ha sido la muleta de los socialistas durante décadas. Los políticos deben acostumbrarse a medios críticos, pero en el fondo creen que están a su servicio. Cuando eso ya no ocurre, los periódicos dejan de ser útiles para sus intereses.