El senador y expresident del Govern José Ramón Bauzá anunció ayer su candidatura a la dirección regional del PP balear, cargo que se vió forzado a abandonar el pasado año tras las severa derrota que sufrieron los conservadores de las Islas en los comicios locales y autonómicos. La decisión ha sorprendido, incluso, al grupo de antiguos altos cargos y alcaldes de la pasada legislatura que formaban su círculo de fieles. La reacción de muchos de ellos ha sido la de abandonarle ante un planteamiento a todas luces inmaduro. Porque da la impresión de que Bauzá sólo pretende alimentar ansias personales, que no responde a ningún proyecto político con futuro. Y también da la impresión de que el expresident no es consciente de que sus apoyos flaquean. Y mucho.

Lastre insoportable. La militancia del PP, principal objetivo para garantizar su regreso a la primera línea, no puede olvidar con facilidad que el talante y las políticas de Bauzá fueron determinantes en el fracaso electoral de 2015. Y en todos los frentes. La figura del expresident está lastrada por un cúmulo de estrategias y planteamientos erróneos, que no supo –o no quiso– corregir durante su mandato. Los ciudadanos de las Islas expresaron con claridad su rechazo a los contenidos y las formas de aquella época.

Potenciar al adversario. El paso dado ahora por Bauzá fragmenta las bases más sensibles al pensamiento españolista del PP, porque el sector del exconseller Jaume Martínez no retira su candidatura. Por extensión, potencia las opciones de la corriente regionalista que encabeza Biel Company. Se trata de un error de cálculo importante por parte de Bauzá. El PP ha sido siempre un referente básico del conservadurismo moderado y centrado en Balears, terreno en el que ha cosechado sus triunfos electorales más importantes. Los planteamientos que encarna Bauzá le dirigen hacia una vía con escaso predicamento dentro y fuera del partido, especialmente si se presentan divididos al próximo congreso.