A medida que se van conociendo más detalles de lo que ya se denomina el ‘caso Nadia’ crece la indignación por la utilización perversa de la pequeña que han estado haciendo sus padres durante los últimos años, un montaje sostenido por la mentira para aprovecharse de la solidaridad ciudadana y llegar ingresar –sólo en transferencias bancarias– casi un millón de euros. La hija de Fernando Blanco y Margalida Garau llegó ayer tarde a Mallorca, una vez que el padre ha ingresado en prisión y la madre tiene autorizado un limitadísimo régimen de visitas, para quedar bajo la tutela de su tía. Ella, Nadia Nerea, es la primera víctima de este fenomenal fraude y la que merece, a partir de ahora, la máxima protección.

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Un auto demoledor. Los autos redactador por el juez instructor de la Seu d’Urgell contra Fernando Blanco y Margalida Garau son de una contundencia estremecedora, por cuanto concluye que ambos «habrían convertido la beneficiencia como su modo de vida, sirviéndose para ella de su hija menor de edad». A partir de aquí los detalles de una vida lujosa en todos los órdenes, mientras que de las primeras declaraciones se llega incluso a dudar de la veracidad de las dolencias de la niña o de que ésta haya sido sometida a algún tipo de tratamiento. Con estos precedentes no resulta extraño que además de la orden de ingreso en la cárcel del padre, la madre también esté sometida a un alejamiento de Nadia de la que ambos tiene suspendida la patria potestad.

Más víctimas. El deleznable comportamiento de Fernando y Margalida también ha comprometido a las numerosísimas asociaciones similares que actúan de manera honrada y transparente, que buscan el apoyo ciudadano para acelerar la investigación de las enfermedades raras o buscan un hilo de esperanza vital en los tratamientos o profesionales más innovadores. El ‘caso Nadia’ ha provocado un clima de desconfianza que será difícil superar. Ellos también son sus víctimas.