La situación que se vive en el Parlament se ha convertido en un sainete político difícil de digerir por los ciudadanos. La presidenta de la Cámara, Xelo Huertas, ha decidido convocar la Mesa para proceder a su relevo. Lo más sencillo hubiese sido que presentase un escrito con su dimisión y punto. Eso hubiese sido lo decente y lo que han hecho otros presidentes de la Cámara en los más de 30 años de la historia de la autonomía. Podemos llegó con la intención de cambiar muchas cosas en política, pero una de sus antiguas militantes está ofreciendo un espectáculo nunca visto en Balears. Que una presidenta del Parlament se atrinchere en el cargo es una vergüenza para la institución

Irresponsabilidad. La crisis del Parlament está durando demasiado tiempo. Desde que se abrió el expediente a Huertas por intentar beneficiar a un compañero de partido hasta ahora han pasado más de dos meses, un tiempo en el que la gran perjudicada ha sido la institución, cuya imagen la han arrastrado por los suelos algunos políticos irresponsables que han dado prioridad a los temas partidistas que a los institucionales.

Un cambio rápido. Sería conveniente que los partidos de izquierdas impulsasen ya el cambio en la presidencia del Parlament. Y no sería conveniente dejarla en manos de Podemos, un partido con una vida interna muy convulsa y que, hoy por hoy, no ofrece garantías de estabilidad. En esta crisis se echa muy en falta la capacidad de liderazgo de Francina Armengol. La presidenta del Govern ha decidido ponerse de perfil con esta crisis, pero no debería olvidar que el desprestigio del Parlament también le afecta. Y la crisis de Podemos, al final, perjudica a todas las fuerzas de izquierdas que hoy gobiernan. Porque no hay que olvidar que ocurrió algo similar en 2010 cuando dimitió Maria Antònia Munar como presidenta del Parlament. A partir de ahí el gobierno de izquierdas entró en barrena, se desintegró de forma lenta y dolorosa. Deberían aprender la lección.